Orar a Dios, creer en Su poder y esperar en Él, son tres ingredientes poderosos para una vida de milagros. |
Lo que nos permite ver milagros de Dios y que ese fluir de poder sea permanente, es una vida de oración permanente."
Por Fernando Alexis Jiménez
La ecuación es sencilla.
Pedimos poco, recibimos poco. Es la explicación más sencilla y práctica al por
qué aún no entramos en la dimensión de los milagros de Dios, mientras que otras
personas cuentan de las maravillas del Señor en su existencia.
¿Acaso el mismo Dios de ellos
no es el Dios nuestro? Por supuesto que sí. Entonces, ¿cuál es la diferencia?
El tiempo que pasan en oración delante del Señor.
El Señor Jesús dejó claro este
principio cuando enseñó: “Respondiendo
Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo
haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate
en el mar, será hecho.”(Mateo 21:21 | RV 60)
Este principio poderoso del
Reino de Dios lo impartió cuando, horas después de maldecir una higuera que no
daba fruto, encontraron que la planta se había secado. ¿Qué había ocurrido?, se
preguntaban. Y más allá: ¿podrían ellos hacer lo mismo?
Un poder ilimitado
Orar, creer y esperar en Dios constituyen una ruta
sencilla pero eficaz para movernos en el poder ilimitado de Dios.
·
Hay quienes oran poco y esperan milagros.
·
Hay quienes creen en el poder de Dios, pero no
oran.
·
Hay quienes oran, creen en el poder de Dios,
pero son impacientes.
He aquí tres peligrosos ingredientes que no ayudan en lo
más mínimo para que nuestro Padre obre conforme le pedimos, y aún más allá.
Dos distintivos de quien ora a Dios
Dejar de orar es tanto como esperar que un árbol crezca y
florezca en abundancia, sin regarlo con agua.
El profeta Isaías escribió hace muchos siglos: “Nadie hay que invoque tu nombre, que se
despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y
nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.”(Isaías 64:7 |RV60)
Lo que nos permite ver milagros de Dios y que ese fluir
de poder sea permanente, es una vida de oración permanente.
Cuando vamos a orar, tenga en cuenta dos ingredientes
importantes:
·
Un corazón limpio (Salmo 51)
·
Un confianza absoluta en el Señor (1 Juan 3: 21,
22)
Le animamos a cambiar sus esquemas respecto a la oración
y lo que podemos esperar. Podemos asegurarle que, si lo hace, su perspectiva de
Dios será diferente, y de paso, encontrará que hay un poder ilimitado que no
hemos aprovechado hasta el momento.
Si no ha recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador,
es tiempo de que lo haga. Tomado de Su poderosa mano, emprenderá el camino
hacia el cambio y crecimiento a nivel personal, espiritual y familiar.
© Fernando Alexis Jiménez junto con su esposa Lucero son
pastores en la iglesia Misión Edificando Familias Sólidas, en Cali – Colombia (www.FamiliasSolidas.Com)
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