marzo 2017

Cuando a nuestra vida la asisten sólidos principios y valores, emprendemos el camino al éxito tomados de la mano de Dios. 
Le animamos a considerar siete principios que ligados a una vida de oración y dependencia de Dios, le permitirán ser un emprendedor de éxito."
Por Fernando Alexis Jiménez
Emprender un negocio no es para todos, no obstante muchos hombres y mujeres han encontrado en el emprendimiento una forma de superar el estancamiento y abrir las puertas a una nueva vida laboral.

¿La Biblia habla del asunto? Por supuesto que sí. En muchos pasajes. Uno de ellos es la parábola de los talentos. El Señor Jesús lo explicó así:

“Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.”(Mateo 25:29 | RV)

Piense por un instante. Dios nos creó con enormes potencialidades para hacer grandes cosas. La decisión es nada más que nuestra. Nos detenemos pensando que somos muy de malas por perder el empleo o quizá no encontrar trabajo, o por el contrario, pedimos al Señor que nos guíe sobre qué idea de negocio podríamos poner en práctica.

Si Dios está en el asunto, tenemos asegurada la victoria en cuanto iniciemos (Salmo 37:5)

Un fundamento: sólidos principios y valores

Cuando sólidos principios y valores gobiernan nuestra vida, estamos en camino al éxito.
El rey David escribió un fundamento que no podemos perder de vista jamás:

“El hombre de bien tiene misericordia, y presta; gobierna sus asuntos con juicio, por lo cual no resbalará jamás; en memoria eterna será el justo.”(Salmo 112: 5, 6| RV)

En esencia, el pasaje acude al equilibrio. Es una potencialidad cuando lo poseemos. Nos permite medir el alcance de cuanto hacemos, identificar errores y aplicar correctivos. En los negocios, esta característica es muy importante.

Fundamentos para emprender un negocio

Cuando tenemos en mente emprender un negocio, el primer paso que debemos dar es orar a Dios. Pedirle guía sobre qué iniciativa, conforme a Su voluntad, será prosperada. Él mostrará el camino a seguir.

Hoy le invito a considerar el valor de la perseverancia, la creatividad, la disciplina, la responsabilidad, la iniciativa, el liderazgo y no temerle al fracaso.

Comparto con usted, en detalle, una descripción de cada uno de estos fundamentos:

1. Perseverancia. No se desanime ante el primer obstáculo. Fortalézcase en Dios y siga adelante.

2. Creatividad. Tiene como fundamentos la inspiración y la imaginación. Dios siempre le dará nuevas ideas.

3. Disciplina. Desarrolle principios que le permitan avanzar, cumpliendo un itinerario, planificando lo que hará, ajustando su agenda pero, en todo momento, dando pasos hacia adelante.

4. Responsabilidad. Piense por un instante que toda acción desencadena una consecuencia. Usted y nadie más que usted es quien deberá responder. Asuma ese principio. Le ayudará a llegar a nuevos niveles.  

5. Iniciativa. No hay ideas de negocio infalibles. Siempre podrán surgir dificultades. Por ese motivo, tome la delantera. Eso es iniciativa. Salir al paso de los obstáculos.

6.  Liderazgo. No confunda ser líder con una actitud dictatorial. El líder es el primero en hacer las cosas, con pasión y decisión. Actuar así transfiere esa actitud a quienes le rodean. Es un cimiento para un liderazgo eficaz.

7.  No le tema al fracaso. Nadie llegó a la cima sin antes intentarlo y dar nuevos pasos, uno a uno. Si le teme a fracasar, jamás llegará a ninguna parte. Será un emprendedor frustrado.

Decídase a emprender

Usted tiene grandes potencialidades. Se las proveyó Dios. Utilícelas. No se quede quieto. Si depende de Él, Él le mostrará el camino a seguir.

El emprendimiento resulta exitoso para quienes se mueven en la voluntad de Dios y permiten que Él los oriente en los pasos a seguir.

Trabaje, no se detenga (Proverbios 13:4). Pronto verá los resultados. Recuerde siempre que quien es fiel en lo poco, será fiel en lo mucho como enseñó nuestro Salvador Jesucristo (Lucas 16:10)

A propósito de Jesús, ¿ya lo recibió en su corazón como Señor? Hoy es el día para que le abra las puertas de su corazón. Podemos asegurarle que si lo hace, emprenderá un maravilloso viaje hacia el crecimiento personal, espiritual y familiar. Usted necesita a Cristo.

* Fernando Alexis Jiménez es Director del Portal cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com

Es posible perdonar la infidelidad conyugal. Obedece a un proceso. Dios nos ayuda a lograrlo, Le tenemos varias sugerencias.
La infidelidad toma fuerza en nuestra sociedad. El perdón es una opción bíblica. Le compartimos 7 pasos a seguir."
Por Fernando Alexis Jiménez (*)
Cuando alguien enfrenta la infidelidad de su cónyuge, ¿qué debería hacer? Es una pregunta que se formula infinidad de personas. Aquellas que no han pasado por esa situación dolorosa o quienes la viven o vivieron en carne propia, se debaten con el interrogante.

Están los que se inclinan por el divorcio, y aun cuando no sería lo aconsejable, es respetable su posición; otros por el contrario, deciden perdonar. “Voy a darme una segunda oportunidad”, dicen.

La periodista argentina, Valeria Schapira, quien enfoca su experiencia comunicacional en los temas de matrimonial, asegura: 
“Nadie llega a una infidelidad porque sí. Puede ser que la pareja se haya desgastado, que el deseo haya disminuido, que el infiel se sienta agobiado por la rutina o que simplemente le gusta tener aventuras. Hay tantos casos como individuos. Lo cierto es que cada situación es muy particular.”(Citada por el Portal ElPais.Com/05/02/17)
Sobre esa base, perdonar es una opción—dicho sea de paso—la más cercana a la posición bíblica que debe asumir el cristiano. Debe mediar, por supuesto, el arrepentimiento de la pareja y la firme disposición de no volver a incurrir en el mismo error de inmoralidad y adulterio.

El perdón, un mandato de Dios

Cuando vamos a las Escrituras, encontramos que abundan en versos que hablan sobre la disposición a perdonar (Mateo 6:14; Lucas 6:37; Efesios 1:7; 4:32; 1 Juan 2:2; Miqueas 7:18)

El apóstol Pablo, en una poderosa carta a los creyentes de Colosas en el primer siglo, escribió: “De modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.”(Colosenses 3:13| NVI)

Perdonar, entonces, sería lo apropiado. Pero ligado a esta decisión, hay dos elementos a considerar: se requiere fortaleza para mirar de nuevo a los ojos de quien traicionó sus sentimientos y, además, es un proceso que tomará tiempo. En sus fuerzas no podrá lograrlo sino con ayuda de Dios.

Siete Pasos para perdonar la infidelidad

Le animo a tener en cuenta los siguientes pasos que le serán útiles para perdonar la infidelidad de su cónyuge:

1. Dialogue el asunto. Exprésele a la otra persona el dolor que le ha causado y el por qué se ha decidido a perdonar. También dígale qué espera de él o de ella.

2. Mantenga la calma. Si tomó la decisión de perdonar, no entable un diálogo hasta tanto no controle la situación. De lo contrario puede incurrir en una batalla campal, que causará heridas emocionales mutuas.

3. Fortalézcase en Dios. Recuerde que no es un proceso en el que está solo o sola. Dios le ayudará  a perdonar y comenzar de nuevo.

4. No se enfoque en los detalles. Vivir del pasado no le servirá para nada, y por el contrario, revivirá las heridas emocionales.

5. Devuélvale progresivamente la confianza a su pareja. Confiar no será fácil, pero poco a poco y con la guianza de Dios, podrá lograrlo.

6. Admita que usted no fue culpable. Muchas personas cuando enfrentan la infidelidad de su cónyuge, se culpan. No es así. Sáquese de en medio, de lo contrario, profundizará las heridas en su corazón.

7. Permita que Dios acompañe todo el proceso. Jamás ha sido fácil perdonar la infidelidad. Incluso, en cada caso, los pasos son distintos; por ese motivo, permita que el Señor le guíe en las etapas. Podemos asegurarle que encontrará la victoria para restaurar su relación matrimonial.

Por supuesto, en todo este tránsito lo más importante es que usted le haya concedido a Jesucristo el primer lugar en su vida familiar y en su corazón. Si no lo ha hecho, hoy es el día para que lo reciba como su Señor y Salvador. 

Es el mejor paso que jamás podrá dar. Camine con Él cada día. Puedo asegurarle que iniciará un maravilloso viaje hacia el cambio y crecimiento personal, espiritual y familiar.

* Fernando Alexis Jiménez es Director del Portal cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com

Dios nos concibió para ser vencedores en todas las áreas de nuestra vida. Compartimos con usted siete principios que le llevarán a nuevos niveles, siempre. 
Nadie será vencedor a menos que dependa de Dios en todo momento. Esa dependencia está ligada a desarrollar intimidad y confianza en el Señor."
Por Fernando Alexis Jiménez (*)
Aun cuando la escena ocurrió mil años antes de Cristo, reviste una significación histórica sin precedentes y arroja enseñanzas que aplican a nuestro tiempo. Me refiero al momento en el que el rey Saúl comete pecado y Dios decide escoger otro monarca para Israel. Y envía al sacerdote Samuel para ungir al sucesor de Saúl.

La historia la encontramos en el primer libro de Samuel capítulo 16. Un relato apasionante, como todos los de la Biblia, y permítame resaltarlo porque encontrará siete principios que transformarán su vida personal, espiritual y familiar:

1. Nadie es indispensable pero sí valioso en los planes de Dios

Cuando Saúl era joven e iba tras las asnas que se le habían perdido a su padre, Dios lo escogió para ser rey (1 Samuel 9:1-27) No obstante, pecó y se envaneció. Entonces el Señor decide llamar a otro rey para Israel. En esa dirección, habló con Samuel:

Ahora bien, el Señor le dijo a Samuel: “Ya has hecho suficiente duelo por Saúl. Lo he rechazado como rey de Israel, así que llena tu frasco con aceite de oliva y ve a Belén. Busca a un hombre llamado Isaí que vive allí, porque he elegido a uno de sus hijos para que sea mi rey.”(1 Samuel 16:1| NTV)

Saúl era valioso para el plan de Dios, pero no indispensable. Es algo que jamás podemos olvidar, particularmente aquellos que creen que si no colaboran con el plan divino, el Señor quedará frustrado. Tremendo error. Con nosotros o sin nosotros, Él cumplirá su propósito eterno.

2. Si Dios nos envía, Dios nos muestra los pasos a seguir

El relato encierra un momento de tensión, como en las mejores películas. Ocurre cuando Samuel le pregunta a Dios: “… — ¿Cómo puedo hacerlo? Si Saúl llega a enterarse, me matará. —Lleva contigo una novilla —le contestó el Señor— y di que has venido para ofrecer un sacrificio al Señor. 3 Invita a Isaí al sacrificio, y te mostraré a cuál de sus hijos ungirás para mí.”(1 Samuel 16: 2, 3 |NTV)

Que se enojara o no el rey Saúl, no iba a frustrar el plan de Dios. Lo mejor que podemos hacer, en todas las circunstancias, es permitir que Dios nos guíe en los pasos a seguir para cumplir la misión o propósito para el que nos ha llamado.

3. Dios mira nuestro corazón, no la apariencia

Una vez llegó el profeta Samuel a casa de Isaí, pidió que presentara a sus hijos. Por supuesto, un error en el que incurrió el siervo de Dios, fue apreciar con los ojos y no con el discernimiento del Señor. Creo que nos ha ocurrido a todos.

Al respecto, el Señor llamó su atención, y también a nosotros hoy: “Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: « ¡Seguramente este es el ungido del Señor!». Pero el Señor le dijo a Samuel: —No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón.”(1 Samuel 16: 6, 7 | NTV)

Resulta alentador, también, que pese a haya quienes nos subestimen, nuestro amado Padre conoce qué hay en el corazón y en los pensamientos de cada quien (Salmo 139:1-6; Jeremías 17: 10; Romanos 8:26, 27). Y, con base en lo que Él ve, nos permite servirle y llegar siempre a nuevos niveles.

4. Dios no subestima a ninguna persona

Si los hombres miran la apariencia y no el corazón, es fácil que caigan en el terreno de subestimar a las personas que les rodean. Todos los hijos de Isaí pasaron frente a Samuel, pero el Señor le dijo que ninguno de ellos sería escogido.

No obstante, como lo leemos en la Palabra, Dios no subestima a nadie: “Después Samuel preguntó: — ¿Son estos todos los hijos que tienes? —Queda todavía el más joven —contestó Isaí—. Pero está en el campo cuidando las ovejas y las cabras. —Manda llamarlo de inmediato —dijo Samuel—. No nos sentaremos a comer hasta que él llegue.” (1 Samuel 16:11 | NTV)

David estaba detrás de un rebaño, olvidado de su propio padre y de sus hermanos; sin embargo, Dios lo tenía en Sus planes desde antes de la fundación del universo.

5. Dios nos escogió desde la eternidad para cumplir su propósito

El artículo que ahora lee, inicialmente fue una conferencia que impartí a un nutrido grupo de adolescentes. Algunos se quebrantaron cuando meditábamos en algo maravilloso: Pese a que Dios estuviera muy ocupado creando el universo, desde la eternidad Él ya pensaba en nosotros.

Igual ocurrió con David. Dios sí conocía la humildad, disposición de corazón y sujeción de este joven pastor de ovejas. Isaí se mantenía orgulloso de los hijos mayores, pero el Señor conocía hasta los más mínimos pensamientos de David, por eso lo llamó:

Relata la Escritura que Isaí debió atender la instrucción de Samuel: “Entonces Isaí mandó a buscarlo. El joven era trigueño y apuesto, y de hermosos ojos. Y el Señor dijo: —Este es, úngelo.”(1 Samuel 16: 12 | NTV)

No tengo la oportunidad de conocerle, pero sí hay algo que puedo asegurarle: si dispone su corazón para Dios, Él los utilizará con poder y, dependiendo de Él en todo momento, lo llevará a alcanzar nuevos niveles siempre.

6. Si aceptamos la misión de Dios, Él nos acompañará siempre

Cuando asumimos el desafío de Dios para realizar grandes obras, Él nos acompañará siempre. No estaremos solos.

Le invito a mirar el final de la escena del llamamiento de David: “Al estar David de pie entre sus hermanos, Samuel tomó el frasco de aceite de oliva que había traído y ungió a David con el aceite. Y el Espíritu del Señor vino con gran poder sobre David a partir de ese día. Luego Samuel regresó a Ramá.”(1 Samuel 16:13 | NTV)

No estamos solos. Eso es alentador. Dios nos guiará en los pasos que debemos dar. Nos fortalecerá con Su Espíritu. Nos llevará a la victoria.

7. Dependa de Dios en todo momento

Nadie será vencedor a menos que dependa de Dios en todo momento. Esa dependencia está ligada a desarrollar intimidad y confianza en el Señor.

Si lo hacemos, no hay obstáculo que salga al paso que no podamos superar. Confiar en Dios no resulta fácil para infinidad de personas, quizá para usted y para mí tampoco. La razón es sencilla: siempre queremos tener el control de todas las cosas. Cuando decidimos confiar en el Padre, entregamos en sus manos todos los planes y proyectos y le permitimos obrar conforme a Su voluntad (Salmo 37: 5)

Permítame despedirme con una invitación. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo. Deje que Él tome el control de sus pensamientos y acciones. Es el camino eficaz para imprimir transformación a su vida personal, espiritual y familiar. Es un viaje maravilloso que no se puede perder. Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo.

* Fernando Alexis Jiménez es Director del Portal cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com


El amor y el respeto, tal como enseña la Biblia, son fundamentales para afianzar la relación conyugal.
Sabiamente el apóstol Pablo enfatiza en los componentes de una buena relación. La mujer valora las demostraciones de amor al tiempo que para el hombre, resulta significativa la demostración de respeto."
Por Fernando Alexis Jiménez (*)
Hay dos palabras que a su vez encierran actitudes  que nos permiten afianzar la relación matrimonial y asegurar su permanencia, con ayuda de Dios. Me refiero al amor y al respeto.

El apóstol Pablo lo sintetizó así, en su carta a los creyentes de Éfeso en el primer siglo:
“Por eso les repito: cada hombre debe amar a su esposa como se ama a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.”(Efesios 5:33| NTV)

Deja claro algo que la sicología pretende haber descubierto en nuestros tiempos: la importancia del amor y del respeto en la vida conyugal.

Hogares convertidos en trincheras de guerra

Dios concibió el hogar como un espacio en el que los cónyuges, además de compartir en armonía, pudieran educar los hijos bajo sólidos principios y valores (Proverbios 22:6) No obstante, cuando la familia se convierte en una trinchera donde priman los enfrentamientos, el odio, las palabras de resentimiento y expresiones de hostilidad, los componentes de la pareja reciben profundas heridas emocionales y los niños, adolescentes y jóvenes llevan la peor parte.

Sabiamente el apóstol Pablo enfatiza en los componentes de una buena relación. La mujer valora las demostraciones de amor al tiempo que para el hombre, resulta significativa la demostración de respeto.

Pese a ello, encontramos hoy mujeres que tratan a sus maridos como quieren, con hechos y con palabras, mientras que los hombres son hoscos con sus esposas y no le expresan lo que sienten por ellas. En un ambiente así, no podemos esperar menos que problemas.

Asuma cambios en la relación

Cuando reconocemos que algo no anda bien y decidimos emprender el cambio, el curso de la historia conyugal y familiar será distinto.

Comparto con usted seis recomendaciones que le permitirán afianzar el amor y el respeto en las relaciones:

Ø  Sea cuidadoso al referirse a su cónyuge. Mida sus palabras (Proverbios 12.18)
Ø  Desarrolle tolerancia en la relación matrimonial y con los hijos (Colosenses 3:13)
Ø  Reconozca que nadie es perfecto y que debemos aceptar al otro tal como es. Si nos disgusta, el camino es orar a Dios para que lo cambie.
Ø  Trate con amabilidad a su esposo o esposa, aun cuando no siempre sea retribuido.
Ø  Si hay disgustos, ore a Dios para que sane cualquier herida que haya en su corazón. Le evitará, hacia futuro, explotar y causar heridas con sus palabras y sus acciones.
Ø  Permita que Dios les ayude a ser edificados en amor (1 Corintios 8:1 b). Si no sabe cómo hacerlo, pídale sabiduría al Señor en oración.

Puedo asegurarle que estas sugerencias le ayudarán a fortalecer su vida matrimonial, y de paso, crearán mejores condiciones para sus hijos.

El cambio comienza por usted

La vida matrimonial no cambiará a partir de la decisión de su cónyuge, puedo asegurárselo. A menos que él o ella tengan la suficiente humildad y grandeza de corazón para reconocer que han fallado.

Es allí cuando cabe aplicar el mejor consejo que tenemos a mano para que nuestra vida matrimonial se fortalezca. Lo enseñó Jesús a una multitud, y cobra particular vigencia hoy para la vida conyugal:

"Así pues, hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes; porque en eso se resumen la ley y los profetas." (Mateo 7:12| Versión Dios haba hoy)

Si anhelo un cambio, yo mismo debo cambiar. Es un proceso que comienza con reconocer las faltas y, en segundo lugar, cuando pido la ayuda de Dios. Renuncio a mi orgullo para darle lugar a Él, permitiendo que tome control de mis pensamientos y acciones.

Hay otro consejo práctico, sencillo pero eficaz para mejorar su relación: elabore un listado con las cosas positivas de su cónyuge. Diariamente anote una sola. Comprobará al final del mes, que son más las virtudes de su esposo o esposa, que los errores. Ese simple ejercicio le ayudará a cambiar su perspectiva, y comenzará a valorar el matrimonio.

Permítame despedirme con una invitación. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo. Deje que Él tome el control de sus pensamientos y acciones. Es el camino eficaz para imprimir transformación a su vida personal, espiritual y familiar. Es un viaje maravilloso que no se puede perder. Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo.

* Fernando Alexis Jiménez es Director del Portal cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com


Cuando dependemos de Dios, aún en medio de las situaciones de desesperación, encontramos soluciones para nuestros problemas. Dios viene en nuestra ayuda, siempre.
La desesperación, fruto de los problemas, busca robarnos la paz. No podemos permitirlo. Hay una salida a cualquier crisis, y está en Dios."
Por Fernando Alexis Jiménez (*)
Si la tristeza pudiera plasmarse en una pintura de variados colores, con degradaciones de negro a gris, ese cuadro sobre lienzo podría verse reflejado en los ojos de Martha Lucía. Había regado tantas veces sus mejillas con lágrimas, que su fuente de llanto se secó y sólo podía transmitir su angustia con una mirada desesperanzada, que se perdía en el infinito a través de la ventana de la habitación de hospital donde se encontraba recluida.

--Mi vida ya no tiene sentido—dijo, sin evidenciar ninguna sensación en su rostro. Impasible y llena de desasosiego.

Su brazo estaba unido a un canal de provisión de suero. Las muñecas de sus manos vendadas. Seis horas atrás se había cortado las venas después de una acalorada discusión con su esposo. “Ya no le encuentro propósito a mi existencia”, reflexionó después del incidente--. Vivir o morir da lo mismo. Al menos si muero, dejo de sufrir”. Minutos después tomó la fatal decisión. La empleada del servicio la descubrió a tiempo, nadando en la sangre que brotaba incontenible de su cuerpo.

Creía que sus problemas no tenían solución. Ya no amaba a su esposo. Sus hijos no le prestaban atención ni le obedecían cuando les llamaba la atención. Tres meses antes la despidieron de su trabajo como auditora en una empresa constructora, y las facturas de cobro por el vehículo que había comprado recientemente, se iban acumulando en un escritorio. Para completar el panorama oscuro, había roto relaciones con su madre.

--¿Qué puedo hacer?—se preguntaba mientras caminaba sin rumbo fijo por las calles angostas e interminables de la urbanización que habitaba.

Les confieso que personalmente no sabía cómo abordar a alguien que se considera al borde del abismo. ¿Qué palabras podía utilizar para traerle una voz de aliento? Reconocí mi incapacidad frente al asunto tan delicado como el de Martha Lucía. Oré a Dios y comencé a compartir con esta joven mujer los principios que estudiaremos con usted:

Millones en la encrucijada

El hecho de que cada día aparezcan más consultas por estés y ansiedad, evidencian la íntima relación entre estas manifestaciones de inestabilidad emocional con los cada vez más creciente número de personas que no se aceptan a sí mismas. Ven todo con una lente gris. Consideran que la vida no tiene sentido. Incluso, llegan a pensar que el suicidio es la única salida al laberinto que enfrentan.

Presos de la angustia, la incertidumbre y la sensación de que no le encuentran gusto a nada, hombres y mujeres se limitan únicamente a transitar por la vida. Horas van y vienen e importa poco si es un lunes, o un domingo radiante.

Progresivamente el cúmulo de problemas y la pesada carga que arrastran con su existencia, lleva a decenas de personas en todo el mundo a encerrarse en sí mismas. Entran en una gigantesca burbuja que los margina de todo y de todos. Levantan barreras a su alrededor e interactúan con los demás sólo en lo fundamental. “La vida no tiene sentido”, se repiten una y otra vez, alimentando su desaliento.

Alguien te conoce

Cuando experimentamos períodos de crisis o atravesamos un prolongado desierto signado por el desaliento, creemos que nadie nos comprende. Estamos tan inmersos en un pequeño mundo de desesperanza, que consideramos que nadie podría entender la angustia, dolor, expectativas y desasosiego que nos asaltan.

¿Le ha ocurrido alguna vez? Sin duda que sí. Todos los seres humanos hemos llegado alguna vez a pensar que nadie podría siquiera ayudarnos a salir del callejón oscuro en el que nos encontramos.

¡Pero se equivoca! Hay alguien que no solo le conoce sino que además se interesa en sus problemas. Sabe qué siente usted y desea ayudarle. Ese alguien es nuestro amado Dios y Padre. Él sabe hasta el más mínimo detalle de usted y de mi desde antes de la creación del universo, y estuvo atento a todo el proceso de formación desde que fuimos concebidos en el vientre de nuestra madre.

Así lo ilustró bellamente el rey David cuando escribió: “Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares.”(Salmo 139:1-3, Nueva Versión Internacional)

Es a Dios a quien debemos y podemos acudir cuando nos encontramos frente a situaciones difíciles. En esas etapas de nuestra vida en las que nos abandonan aquellos que suponíamos ingenuamente que nos iban a brindar su apoyo. Y de pronto, en un abrir y cerrar de ojos descubrimos que todos salieron, que no escuchamos un consejo sabio o al menos comprensivo y tolerante, y que el panorama luce cada vez más ensombrecido.

Realmente sí somos valiosos

¿A qué se debe el que millones de personas en todo el mundo no se valoran? Lo sabemos bien: a la baja autoestima, que no es otra cosa que la perspectiva que cada quien tiene acerca de su verdadero valor.

Y pienso en Roberto, que por muchísimo tiempo fue el borracho del pueblo. Todos estaban acostumbrados a los patéticos espectáculos que ofrecía en medio de la embriaguez. Es más, muchos esperaban verlo aparecer por la calle principal del caserío al caer la tarde. Llegaba invariablemente dando tumbos ante las risotadas de todos.

Pero un día alguien le habló de su verdadero valor en Dios. No se focalizó en su adicción ni en el ridículo que protagonizaba, sino en el valor real que le asistía como ser humano.

Cuando por fin comprendió que él, con todos sus errores, era realmente motivo de interés para el Supremo Hacedor, experimentó un cambio dramático. Asumió que beber no era ninguna salida al laberinto sino por el contrario, el elemento que contribuía a restar a su verdadero valor.

Traslade a hora este hecho a su propia existencia. Desconozco cuáles son las fallas que haya cometido por años. Permítame ir más allá: No importa cuántas veces haya caído, incluso en el pecado. ¡Hoy tiene una nueva oportunidad! La misma que le ofrece Dios para cambiar.

Recuerde siempre que además de conocernos hasta en los más mínimos detalles, Él.—nuestro Padre celestial—nos valora enormemente:
“Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable!¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado cuando en lo más profundo de la era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando aunque no existía uno solo de ellos.”(Salmo 139:13-16, Nueva Versión Internacional)Dado que Dios es el primero y más grande fundamento para nuestra existencia, podemos desarrollar tres cimientos para elevar nuestra autoestima: “En Dios soy aceptado, soy importante, y soy capaz de hacerlo todo”.
Es cierto que nuestros familiares y amigos a través de su comprensión y apoyo ejercen una poderosa influencia en nuestro ser. Su por el contrario, sólo encontramos crítica y rechazo, ahora sabemos que nuestro amado Dios nos comprende, escucha, ayuda, acepta y fortalece.

En Dios podemos ser transformados

Si Dios nos conoce y examina, hasta lo más profundo de nuestro ser, sólo él conoce áreas en las que debemos cambiar y crecer. Con su ayuda, podemos vivir la transformación que tanto anhelamos. Usted y yo fuimos concebidos a imagen y semejanza de Dios, por tanto, concebidos con una naturaleza especial y enormes potencialidades para llegar muy lejos, a límites que apenas podemos soñar. ¡Todo es posible para Dios!

El propio rey David escribió: “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.”(Salmo 139:23, 24. Nueva Versión Internacional)

Cuando tomo mi teléfono celular, aprecio la luz que ilumina mi estudio e incluso, mientras digitalizo este material en el computador personal, pienso que todo partió de ideas de personas inquietas que desarrollaron su inventiva y creatividad por encima de las burlas y las críticas. Fueron, y algunos hoy día, han sido seres excepcionales—como lo somos usted y yo—con la diferencia de que ellos sacaron a flote sus enormes potencialidades, aquellas que tal vez tuvieron dormidas por mucho tiempo. ¿Cómo se logra dar lo mejor de nosotros? La respuesta es sencilla: en Dios.

Pueden separarnos del amor de Dios

¿Comete los mismos errores que ayer? ¿Ha llegado a sentirse al borde del abismo, gobernado por el fracaso y la impotencia frente a circunstancias que escapaban de sus manos? La lista de factores que influyen en nuestra vida y que nos inducen a pensar que jamás podremos cambiar o salir adelante, es interminable.

¿Acaso las circunstancias o las personas pueden apartarnos del amor y verdadera valoración que Dios tiene de nosotros? En absoluto. El apóstol Pablo lo explicó con claridad al escribir:
“Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.”(Romanos 8:38, 39. Nueva Versión Internacional)
A Juan Franco lo encontró agobiado por el peso de haber caído nuevamente en el consumo de drogas. Arrastrado por el dolor de volver atrás. Llevaba tres meses consumiendo estupefacientes. Lo hacía después de haber logrado escapar de ese flagelo y tras concluir favorablemente un proceso de rehabilitación. Había contraído matrimonio con una joven bonita e inteligente, y tenía un trabajo del que derivaba buenos ingresos. Ahora se encontraba en una encrucijada.

--No tengo solución. Soy un caso perdido--, me dijo con tono de derrota en su voz.
--¿Has orado?--, le pregunté.
--No; creo que mi error es tan grande que Dios no escucharía mis oraciones--. Esta muy apesadumbrado.

Hablamos un buen rato, hasta que comprendió por la Biblia que Dios lo seguía amando y quería darle una nueva oportunidad. ¡Debía aprovecharla para reemprender el proceso de cambio y de crecimiento personal y espiritual!

La vida sí tiene sentido. ¿La razón? Usted es valioso para Dios, de una manera que usted jamás llegará a comprender en su verdadera dimensión: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.”(1 Juan 4:10, Nueva Versión Internacional)

Lea el texto cuantas veces considere oportuno. Asimile el hecho de que Dios lo valora y lo acepta con debilidades y errores, y quiere ayudarle en el proceso de cambio. ¡Hoy es el día para emprender el cambio hacia ese cambio que tanto desea! Depende de usted y de nadie más que de usted. ¡Con ayuda del Señor Jesucristo podrá lograrlo!

A propósito ¿Ya tiene a Jesucristo en su corazón?

Recuerde que el más grande paso que podemos dar, es recibir a Jesucristo en el corazón como único y suficiente Salvador. Hoy es el día para que lo reciba. Dígale en oración: “Señor Jesús, reconozco mis pecados y te agradezco que viniste a morir en la cruz para borrar mis faltas, traerme perdón y abrirme las puertas a una nueva vida. Te recibo en mi corazón como único y suficiente Salvador. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Amén

Como sin duda dio este paso, tengo tres recomendaciones finales para usted: la primera, que aprenda diariamente en la Biblia los principios maravillosos que le permitirán crecer en las dimensiones personal y espiritual; la segunda, que haga de la oración un principio de vida. Es esencial y además, valiosa para su ser. Por último, comience a congregarse en una iglesia cristiana. ¡Su vida jamás será la misma!

* Fernando Alexis Jiménez es Director del Portal cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com y, junto con su esposa Lucero, son pastores de la Misión Edificando Familias Sólidas, en Colombia (www.FamiliasSolidas.Com

Sólidos principios y valores, aplicados a nuestra vida personal, espiritual y familiar, nos permiten construir el éxito.
Una vida de éxito, en todos los ámbitos, se fundamenta en la dependencia de Dios y de asumir sólidos principios y valores tomados de la Biblia." 
Por Fernando Alexis Jiménez (*)
Nació con todas las condiciones para ser un perdedor: hijo de madre separada y soltera aún, viviendo en una zona marginal de México, enfrentando toda suerte de necesidades, sin posibilidades de recibir formación académica, rodeado de maleantes y con discapacidad motriz.

Pero Antonio Iguarán Santamaría no estaba dispuesto de dejarse vencer. En cuanto se levantaban obstáculos, más énfasis daba a su propósito de sobreponerse. Incluso un domingo, al caer la tarde y cuando no tenían más que café y un taco de frijoles como único alimento del día, al recibir el mensaje desalentador de “Jamás podrás llegar arriba; resígnate a lo que vivimos”, de su madre, se fijó la meta de salir adelante.

--No me dejaré vencer por las dificultades--, se repetía cada vez que enfrentaba situaciones complicadas.

Cuando tenía trece años, comenzó a cursar su formación primaria; pese a sus dificultades para caminar, y vendiendo dulces a la salida de los teatros, financió su secundaria y posteriormente, se recibió como profesional. Tenacidad, convicción, fe en un Dios de poder que abre puertas que nadie cierra.

Hoy tiene un bufete de abogados a cargo. Vive en una zona privilegiada de México y coincide en un hecho: el éxito se construye desde hoy. Con ayuda de Dios no hay límites y absolutamente nada resulta imposible…

Le invitamos a tener en cuenta los siguientes principios:

1. Planificar la vida para el éxito
“¿Planificar la vida?”. La pregunta la hizo un joven en medio de una conferencia que dicté sobre cómo construir desde hoy el mañana, con ayuda de Dios. Sobra decir que el auditorio estaba abarrotado. Sin duda, el tema despertaba interés. Y este muchacho no era la excepción, de ahí su pregunta.

La respuesta enfática: “Sí, la vida debe planificarse. Lo que ocurra en un futuro, depende en un alto porcentaje de las decisiones que adoptemos hoy”. Es un proceso. No es producto de un abrir y cerrar de ojos.

La Biblia registra una parábola del Señor Jesús encontramos una excelente ilustración para este tema.
 “Grandes multitudes seguían a Jesús, y él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. »Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, y dirán: "Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a construir.”(Lucas 14:25-30, Nueva Versión Internacional)
Es necesario mirarnos en el tiempo. Determinar lo que somos ahora, con fallas y desaciertos, y lo que podemos llegar a ser en los ámbitos personal, espiritual y familiar, con ayuda de Dios.

Sobre esa base, es necesario hacer un inventario juicio de cómo estamos ahora, determinar con honestidad los cambios que se deben aplicar, y avanzar en ese sendero ayudados por el amado Salvador. Nos mantenemos unidos a Él en oración y mediante la meditación y aplicación de Su Palabra, la Biblia. Piénselo: necesitamos planificar hoy, lo que seremos mañana. Es imperativo e ineludible, si queremos dar pasos firmes hacia el éxito.

2. La dinámica acierto-error

En el largo tránsito hacia la construcción de un futuro de éxito, enfrentaremos generalmente la dinámica de acierto-error. ¿En qué consiste? En que la dura batalla que libra nuestra naturaleza carnal, querrá llevarnos de nuevo al viejo camino, poniendo tropiezos a nuestro cambio y crecimiento en las dimensiones personal y espiritual.

Frente a esta situación, es fundamental: primero, mantenernos asidos de la mano del Señor Jesucristo quien nos fortalece para vencer en momentos en que nos encontramos bajo una poderosa tentación, y segundo, para levantarnos si se produce una caída.

La Biblia relata que una mujer sorprendida en adulterio, fue llevada ante el Señor Jesús. Procuraban lapidarla, con la anuencia del amado Salvador. Es un pasaje maravilloso que manifiesta la misericordia de Dios, y de qué manera, no hay nadie justo porque todos fallamos, de una u otra manera. Como los acusadores de la mujer insistieran 
“… Jesús se incorporó y les dijo: —Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo. Al oír esto, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta dejar a Jesús solo con la mujer, que aún seguía allí.”(Juan 8:6-9, Nueva Versión Internacional)
¿Ha fallado? Sin duda. Yo también. No soy lo súper espiritual que pudiera creer. Al igual que usted, cometo errores. En palabras coloquiales, usted y yo nos identificamos en algo: “Somos cristianos en construcción”.

3. Una nueva oportunidad

Todos tenemos una nueva oportunidad. Es cierto, hemos fallado; sin embargo podemos reemprender el camino, tomados de la mano de Jesucristo. Si hemos errado, Él nos comprende y está dispuesto a ayudarnos en el proceso de levantarnos y seguir adelante en el proceso de crecimiento. Relata el Evangelio que la mujer quedó sola con Jesús. Se fueron aquellos que iban a apedrearla.

La escena fue conmovedora: “Entonces él se incorporó y le preguntó—Mujer, ¿dónde están? ¿Ya nadie te condena? —Nadie, Señor. —Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar. ”(Juan 8:10, 11, Nueva Versión Internacional)

Una respuesta contundente, pero a la vez, esperanzadora. La instrucción del Señor Jesús fue clara y puntual: “Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar”.

Cierta persona que me escribió desde el Paraguay, me consultaba sobre el dilema de perdonar o no a su esposa, en cuyo teléfono celular había descubierto un mensaje de texto que corroboraba su infidelidad. Mi recomendación fue hablar del asunto con ella y, con ayuda de Dios, encontrar una salida.

La mujer reconoció su error y le pidió una nueva oportunidad. Perdonarla no fue fácil, pero su hogar marcha hoy como él lo quiso siempre. Su compromiso fue el de no recabarle en el error, y el de ella, guardarle fidelidad. Piénselo: operó una segunda oportunidad, que es la que Dios nos concede siempre, y nos permite reemprender el camino, construyendo desde hoy nuestro mañana.

4. El cristianismo: camino al éxito

Hay dos perspectivas para mirar la vida cristiana: la primera, como una existencia aburrida, plagada de “No digas”, “No hagas”, “No toques”. O aquella que descubrí y comparto con usted: un maravilloso camino de aprendizaje en el que no avanzamos solos sino con ayuda de Dios.

Es posible cuando hay disposición personal para el cambio. Una vez reconocemos nuestro error y concluimos que en nuestras fuerzas no es posible cambiar, dejamos que el amado Jesús, nuestro Señor, opere la transformación que anhelamos: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.”(Apocalipsis 3:20, Nueva Versión Internacional)

Cuando damos ese paso esencial, se produce una modificación entre el presente y el pasado. Ya no seremos los mismos. Todos los pecados y errores del ayer quedan borrados, y se abren ante nuestros ojos los capítulos el blanco de la nueva vida que está por escribirse como lo describe magistralmente el apóstol Pablo: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”(2 Corintios 5.17, Nueva Versión Internacional)

No podemos permitir que el ayer nos atormente, y doblegarnos bajo el desánimo por lo que hicimos antes. Hay una nueva oportunidad en Dios, y debemos aprovecharla al máximo.

5. Liderazgo para transformar el mundo

Cuando aprendemos, asimilamos y ponemos en práctica los nuevos parámetros de vida que enseña La Biblia, sentamos las bases para un liderazgo eficaz que transforma el mundo. Ejercemos influencia en los demás. Nuestros pensamientos renovados, se manifiestan con hechos (Cf. Romanos 12:2)

Testimoniamos de una nueva con nuestras acciones, que impactan e influencian entre quienes nos rodean: “Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. Así que por sus frutos los conocerán. »No todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.”(Mateo 7:19-21, Nueva Versión Internacional)

Un liderazgo efectivo, camino al éxito, es aquél que ejerce influencia entre los demás, y sienta bases para el cambio y crecimiento. Cuando alguien me pregunta cómo defino éxito, mi respuesta—tal como se la compartí a un líder del Pacífico colombiano, en el hermoso puerto de Buenaventura, es esta: “Éxito es la plena realización de los dones y talentos de Dios en nuestra vida”.

La razón es sencilla. La posición social, el nivel académico o la disponibilidad económica de alguien, no determina que sea exitoso. Conozco personas con mucho dinero, pero con matrimonios desechos; también profesionales con varios títulos de post grado, que protagonizan escándalos y tratan mal a su familia…

6. El valor de los sueños, metas y proyectos

Recuerdo a un hombre a quien conocí en la tradicional Plaza de Caycedo, en mi amada Santiago de Cali. Una tarde cálida bañada con la brisa proveniente de las montañas. Las palmeras se mecían plácidas y estaba contento disfrutando esos momentos únicos e irrepetibles.

--Este año tengo los planes para salir del desempleo, y hasta de la pobreza…--me abordó.
Acto seguido me hizo una vívida descripción de todas las iniciativas que se disponía a desarrollar. Unas fantasiosas, otras, aterrizadas y viables. Lo escuché de buena gana y antes de despedirme, lo animé a echar adelante con

Meses después lo encontré en el mismo lugar. La misma historia, casi con idénticos detalles. “¿Y qué haz hecho para materializar tus sueños?”, le pregunté a lo que me dijo: “Realmente poco, pero pronto voy a poner manos a la obra”.

Muy similar a lo que ocurre con millares de personas en todo el mundo. Sueñan mucho, pero ejecutan poco. El cristiano, camino al éxito; aquél que construye desde hoy su mañana, debe ser diligente. Por eso, además de tener claro lo que se va a hacer, es imperativo dejarlo en manos de Dios: “Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará.”(Salmo 37:5, Nueva Versión Internacional)

Dios no pone los límites, los límites los ponemos usted y yo. Recuerde que el Señor Jesús enseñó:
“Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre. Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré.”(Juan 14:12-14, Nueva Versión Internacional)
Observe cuidadosamente que dice “todas las cosas”. Siempre y cuando esté en la voluntad de Dios para nuestra realización, no hay impedimentos ni límites. Todo es posible, incluyendo por supuesto su crecimiento personal y espiritual, y los altos niveles de realización que siempre ha soñado.

Tenga presente que debemos darle el valor que se merecen nuestros sueños, metas y proyectos, y someterlos a nuestro amado Padre celestial. Él abrirá puertas que nadie jamás puede cerrar.

7. Siempre adelante

Aquellos que construyen desde hoy su mañana, con ayuda de Dios, comprenden que el mundo evoluciona y nosotros –como creyentes—debemos evolucionar también, es decir, cambiar y crecer. Al respecto el apóstol Pablo escribió: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. ”(Romanos 12.2, Nueva Versión Internacional)

Es necesario estar preparados para los cambios y aprovechar las oportunidades que Dios nos ofrece. En esa línea de pensamiento, hay tres cosas que debemos tener presentes: la primera, que sólo quien sueña en Dios, llega lejos; la segunda, que es importante identificar dónde estamos fallando y cuáles son nuestros debilidades en procura de corregirlas, y la tercera, reconocer cuáles son nuestras fortalezas y potencializarlas.

Sin duda habrá pensado un poco en el curso de su vida. Probablemente ha descubierto que atraviesa un período de desierto o estancamiento. ¡Es hora de hacer una auto evaluación juiciosa! Recuerde que desde hoy estamos construyendo nuestro mañana. Y en Dios es posible llegar muy lejos.

No hay razón para que siga igual, estático, sabiendo que fuera hay un mundo de oportunidades que le esperan y que, en el Señor, su mañana es de victoria. ¡Tome la decisión! Hoy es el día para reemprender el camino de victoria u orientarse hacia él, si no lo había hecho antes.

Puedo asegurarle que, tomado de la mano del Señor Jesucristo, su existencia jamás volverá a ser la misma. Basta que se decida en este momento.

* Fernando Alexis Jiménez es Director del Portal cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com y, junto con su esposa Lucero, son pastores de la Misión Edificando Familias Sólidas, en Colombia (www.FamiliasSolidas.Com)



Cuando vamos a la Biblia leemos una definición sencilla pero poderosa de la fe: “La fe demuestra la realidad de lo que esperamos; es la evidencia de las cosas que no podemos ver.”(Hebreos 11:1| NTV) Y también: “De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.”(Hebreos 11:6| NTV) 

La fe, entonces, es determinante para que lo imposible se haga posible y aquello que no podemos resolver en nuestras fuerzas, encuentre solución. 

Estos dos elementos son el eje central de la película “Una fe sin igual” que está a punto de ver. Podemos asegurarle que se trata de un poderoso film que retará su forma de creer y, si pone en práctica la convicción de que en Dios hay un poder ilimitado, su vida cristiana, personal y familiar, llegará a un nuevo nivel.

Cabe anotar que la película "Una fe sin igual", en el original en ingles se llamó Hallie y fue escrita y producida por Jeremy y Kendra Withie. Se convirtió en un verdadero éxito por su contenido.

Dios responde con poder a nuestro clamor. Los milagros están cerca. Basta que reconozcamos el poder de Dios y busquemos Su rostro en oración.
Las principales batallas de nuestra vida se libran en oración. Y también es en oración como obtenemos enormes victorias, por encima de las circunstancias que estemos enfrentando. La oración toca el corazón de Dios y libera Su poder."
Por Fernando Alexis Jiménez (*)
Apenas regresó de la iglesia, después de una mañana gloriosa en la que además de un mensaje inspirador para su vida, había prestado el mejor servicio como ujier, recibió a dos personas nuevas en la congregación e incluso, tomó sus datos cuando recibieron a Cristo como su Salvador, se encontró con una tormenta que le llenó de tristeza y desilusión…

Su esposo, Heriberto, estaba viendo un partido de fútbol en la televisión. Junto a la mesita de sala, el periódico abierto en la página de tiras cómicas, el cenicero lleno de colillas de cigarrillo y en el suelo, varias latas de cerveza vacías.

Arrugó el ceño apenas la vio, con la expresión de quien está pensando qué decir, y arremetió contra ella sin darle tiempo a defenderse:

¿Nuevamente en la Iglesia y llegando tarde? Ya me tienes harto con tu religiosidad. No hay domingo que te encuentre en casa.—Arrojó con violencia la cerveza a medio consumir y, con la mano libre, señaló con violencia–: Estoy por irme de casa. Estoy cansado, ¿oíste? Cansado… Quédate tú con la religión, que yo me voy…

Martha no podía comprender por qué razón, a pesar de su consagración a Dios, seguía experimentando esa concatenación de escenas, tras las cuales su corazón terminaba cada vez más herido.

Alguien le habló de dar las batallas en oración. Y redobló su clamor. Al comienzo, parecía que nada cambiaba, sin embargo, oraba sin cesar.

Un fin de semana su esposo, intrigado, decidió seguirla. Se quedó esperando afuera. Quería “sorprenderla en algo”, pero el sorprendido fue él.

Todo el mensaje tocó su corazón y cuando el pastor invitó a recibir la Salvación, cruzó el umbral, atravesó la congregación por el pasillo central y se arrodilló ante el altar. Luego, visiblemente quebrantado, se dirigió a Martha. “Perdóname”, fue lo único que dijo. Hoy es un creyente que persevera y orienta el ministerio de parejas.

Busque a Dios en la crisis

Todos los seres humanos tenemos un punto de encuentro, en algún momento de nuestra vida, con Dios. Nadie lo determina con antelación. 

Unos llegan a Él en medio de profundas depresiones, otros cuando les asalta una escasez económica sin precedentes, hay quienes tienen ese contacto cara a cara con el Señor al enfrentar una enfermedad o cuando su matrimonio está a punto de desmoronarse.

Sin embargo, ese encuentro con Aquél que todo lo puede, resulta definitivo y transformador. Marca la diferencia en la existencia de toda persona. Determina un antes y un después en nuestra existencia.

Dios es nuestra fortaleza

En la Biblia aprendemos una verdad que alentará nuestro corazón en los momentos difíciles: “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia.   Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra  y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retumben los montes.  ”(Salmo 46:1-3. Nueva Versión Internacional)

Es probable que en medio de las circunstancias difíciles sintamos que no hay salida al callejón. No obstante, aun cuando al orar experimentemos la sensación de vacío y que nadie nos oye, la Escritura nos enseña que no solamente nuestro Padre celestial está ahí sino que además, nos ofrece sus brazos para que nos refugiemos en Él.

Bajo ese convencimiento, podemos vencer el temor, mirar el futuro con serenidad, tener la certeza—en lo más profundo del corazón—que los obstáculos y situaciones inesperadas, no podrán llevarnos al laberinto de la desesperación y la angustia. 

No importa que todo alrededor se derrumbe, Dios está en control y si le permitimos tomar el timón de nuestra existencia, nos llevará a puerto seguro en medio de aguas tormentosas.

Es tiempo de orar por su milagro

Desconozco qué situaciones complejas, traumáticas y en apariencia imposibles de resolver esté atravesando. Vuélvase a Dios, sométale sus complicaciones y espere en Él. Tenga la  seguridad que cambiará el curso de su historia y el amanecer nublado de hoy, se convertirá en un mediodía despejado y en un atardecer soleado y prometedor…

La mejor decisión que puede tomar ahora, es recibir a Jesucristo como Señor y Salvador. Abrirle las puertas de nuestro corazón es lo mejor que puede ocurrirnos, porque emprendemos el camino maravilloso hacia el crecimiento personal y espiritual. Decídase hoy por Cristo Jesús.

* Fernando Alexis Jiménez es Director del Portal cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com 

La fidelidad a Dios, estar en consonancia con sus propósitos, nos aseguran la bendición. Todo vendrá en el tiempo oportuno y perfecto del Señor. 
Ir tras los senderos humanos para ser prosperados, nos llevará a la frustración y, de paso, puede traer maldiciones. Descubra por qué."
Por Fernando Alexis Jiménez (*)
Millares de personas andan hoy día tras la prosperidad. Es un afán inexplicable que les lleva a comprar la lotería cada semana, a participar en rifas e involucrarse en negocios que rayan con lo ilícito.

Hay quienes, en ese camino, llegan a consultar a ocultistas. Creen que los riegos y los amuletos les traerán abundancia.

Sencillamente andan por el camino equivocado. Las verdaderas bendiciones, tanto físicas como materiales y espirituales, provienen de Dios.

El rey David lo dejó claro cuando transfirió el poder a su hijo Salomón. Estaba dirigiendo una oración a Dios y reconoció su grandeza, como deberíamos hacer hoy: “La riqueza y el honor solo vienen de ti, porque tú gobiernas todo. El poder y la fuerza están en tus manos, y según tu criterio la gente llega a ser poderosa y recibe fuerzas.”(1 Crónicas 29:12 | NTV)

Ir tras los senderos humanos para ser prosperados, nos llevará a la frustración y, de paso, puede traer maldiciones.

Un secreto que debemos aplicar

Si anhelamos la prosperidad, es evidente que debemos asumir que tal deseo debe ir en consonancia con la voluntad de Dios. Él nos proveerá lo que nos conviene, aquello que sea de provecho. Como un padre amoroso, no nos dará nada que lleve a nuestra perdición.

El secreto estriba en ser fieles a Él, como enseñó el rey David al pueblo de Israel cuando estaba en entregando el poder a su hijo Salomón (Lea 1 Crónicas 28:8, 9)

Cuando estamos en consonancia con el propósito eterno del Señor y Su tiempo perfecto, veremos los resultados, como escribió el rey David: "Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón."(Salmo 37:4 | NTV)

Si estamos dispuestos para el Señor, para caminar en fidelidad, las bendiciones vendrán (Mateo 6:33). Lo dice la Biblia, lo creo y, sin duda, usted también haría bien en creerlo.

Si Dios bendice, esas bendiciones permanecen

Cuando Dios nos bendice, nadie podrá detener Su obrar en nosotros y en la familia que nos ha concedido el privilegio de liderar.

El rey Salomó lo enseñó al escribir: "La bendición del Señor enriquece a una persona y él no añade ninguna tristeza."(Proverbios 10:22 | NTV)

Las bendiciones están llamadas a permanecer con nosotros. Esa es la verdadera prosperidad, la que encontramos en Dios.

La búsqueda afanosa de ser prosperados nos traerá frustración, Dios en cambio nos bendice honrando nuestra fidelidad. Hoy es el día de reemprender un nuevo camino.

Quizá aún no ha recibido a Jesucristo como Señor y Salvador. Hoy es que día para que lo haga. Ábrale las puertas de su corazón. Permítale que lo transforme y haga de usted una persona conforme a Su voluntad. Es un paso hacia la victoria personal, espiritual y familiar, que imprimirá un cambio de 180 grados en su vida.

* Fernando Alexis Jiménez es Director del Portal cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com y, junto con su esposa Lucero, son pastores de la Misión Edificando Familias Sólidas en Colombia. 

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