Los cristianos debemos asumir una posición de defensa y de protección hacia nuestra niñez. El fenómeno del abuso de que son víctimas, debe parar. |
A menos que pongamos freno a este fenómeno, estaremos viendo futuras generaciones de abusadores que a su vez fueron abusados y apuntan a prolongar la cadena. Además de que se abren puertas al mundo de las tinieblas con estas prácticas abusivas, se marca para siempre a los niños con escenas de dolor que se tornan imborrables."
Por Fernando Alexis Jiménez |
Las cifras hablan por sí solas.
Cada año, 150 millones de niñas sufren violencia sexual en el mundo. La
sorprendente revelación proviene de las estadísticas que maneja de la Red
Global de Religiones a Favor de la Niñez (GNRC, por sus siglas en inglés).
En América Latina la situación es
cada vez más preocupante. El embarazo prematuro en niñas de 12 a 13 años va en
aumento y también los matrimonios forzados. Contrario a lo que podría pensarse,
los ataques a la integridad de los y las menores no la generan personas
extrañas, sino sus propios familiares.
Los menores entre 11 y 13 años se
inician en la vida sexual. Son el fruto de la violencia de quienes les rodean. Les roban su inocencia, su futuro, su
felicidad.
No solo porque se trata de un
delito sino porque atenta directamente contra la niñez, el pueblo cristiano
debe asumir una posición firme de denuncia ante todo aquello que atente contra
este enorme segmento de la población.
La niñez es una etapa esencial de
todo ser humano, y debemos cuidarlos. En esa dirección, cabe recordar las
palabras del Señor Jesús cuando dijo:
“Entonces le trajeron algunos niños para que pusiera las manos sobre ellos y orara; y los discípulos los reprendieron. Pero Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos. Y después de poner las manos sobre ellos, se fue de allí.”(Mateo 19: 13-15. La Biblia de Las Américas)
A menos que pongamos freno a este
fenómeno, estaremos viendo futuras generaciones de abusadores que a su vez
fueron abusados y apuntan a prolongar la cadena. Además de que se abren puertas
al mundo de las tinieblas con estas prácticas abusivas, se marca para siempre a
los niños con escenas de dolor que se tornan imborrables.
Cuando los chicos se tornan
taciturnos, miran con temor a alguien cercano a la familia o a sus propios
familiares y temen ser confrontados con aquello que les ocurre, entre otros
elementos, deben encenderse las señales de alarma y preguntarnos que algo no
anda bien.
Si hemos edificado a los hijos en
un ambiente en el que se les brinda confianza, sin duda se abren las puertas
para que puedan dialogar su situación.
No puede continuar el abuso a los
niños, que son amados por Dios y, por ende, por quienes profesamos fidelidad a
Jesucristo. En esa dirección, debemos protegerlos y denunciar cualquier situación
que vulnere su integridad.
* Fernando Alexis Jiménez es Director
del Portal cristiano www.MensajerodelaPalabra.com
y actualmente pastor de la Iglesia Misión Edificando Familias Sólidas www.FamiliasSolidas.Com
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