Todos los seres humanos enfrentamos situaciones difíciles. La desesperación pareciera ahogarnos. La única salida está en Dios. Él nos muestra el camino a seguir. |
En la mayoría de los casos queremos resolver los problemas a nuestra manera. Invariablemente, caemos nuevamente en la frustración y la desesperanza. Sólo en Dios hallamos salida al laberinto."
Fernando Alexis Jiménez (*)
Las playas suelen ser
atrayentes, sobre todo en las mañanas cuando el sol camina perezoso hacia la
cumbre y su calor comienza a bañar el cuerpo como una sábana ligera que sólo
podemos percibir cuando nos cubre totalmente.
Ryan Caskey tenía en mente
disfrutar la jornada al vaivén de las olas que morían en la playa, y se dejó
llevar por las ondulaciones de agua salada que poco a poco lo llevaron mar
adentro. Cerró sus ojos para mecerse con desgano.
No recuerda en qué momento,
pero cuando tomó conciencia del peligro, estaba a más de un kilómetro de la
playa en la que las figuras de hombres y mujeres tenían la dimensión de manchas
pequeñas que se confundían con la arena blanca.
Comenzó a nadar, pero pronto
perdió las fuerzas. Por momentos lo intentaba, pero el agua lo volvía a arrojar
mar adentro.
–Dios mío, ayúdame…—musitó cuando comprendió la gravedad de su
situación. Para entonces se dejaba hundir. Por momentos quiso abandonarlo todo
y perderse en la profundidad. Pero temía morir. Ese miedo le llevó a intentar
sobrevivir a como diera lugar sacando fuerzas de donde no las tenía.
Ryan aguantó tres horas y
media. Los minutos se le hicieron eternos. Fue rescatado por una patrulla aérea
que lo izó a un helicóptero y le salvó la vida. Desde las alturas pudo
dimensionar la enorme distancia que lo separaba de tierra firme.
–Si Dios no me hubiese ayudado, sin duda me habría dejado morir…—explicó
al equipo de paramédicos que le atendió minutos después.
Sumidos en la desesperación
Hay momentos en los que, al
igual que Ryan, sentimos que todo está perdido y que no vale la pena
intentarlo. Quisiéramos renunciar a todo. Las cosas van mal y cada nuevo
esfuerzo termina la desesperanza.
Nos quedan dos opciones: la
primera, resignarnos a una situación de crisis permanente, en la que todas las
corrientes están en contra de nosotros, y la segunda, depositar nuestra
confianza en Dios quien nos lleva de victoria en victoria. La clave es justamente
esa: depositar en Él nuestra confianza.
Probablemente en su vida no ha
hecho otra cosa que cometer errores. Su vida está en crisis, su familia es un
caos, ha perdido credibilidad en el trabajo y siente que el panorama luce
ensombrecido. ¡No se deje vencer! Todavía hay una oportunidad para transformar
el dolor que ha causado a sus seres queridos y emprender una nueva vida don
ayuda de Dios. Hay esperanza en Dios para no seguir fallando.
Permítame citar al autor y
conferencista, Roberto Buford:
“El juego se gana o se pierde en el segundo tiempo, no en el primero. Es posible cometer algunos errores, o quizá muchos, en el primer tiempo y aún tener tiempo para recuperarse, pero es más difícil hacerlo en el segundo tiempo. En el segundo tiempo usted debe, a la larga, saber cómo tiene qué obrar, y ya conoce el terreno de juego, el mundo en el que vive. Ha experimentado suficientes victorias como para saber lo difícil que es el juego la mayoría de las veces, pero cuán fácil parece cuando las condiciones son óptimas. Ha experimentado suficiente dolor y desaliento como para saber que unas cuantas rondas de pérdidas no son nada divertido, que sí se pueden superar las pérdidas y que algunas veces esa adversidad saca lo mejor de usted. ”(Bob Buford. “Medio Tiempo”. Editorial Vida. EE.UU. 2005. Pg. 20)
Claro, ha cometido errores. No
podemos negarlo. Pero hay una nueva oportunidad, la que Dios le ofrece para
cambiar y emprender una nueva vida.
No está solo en el camino
Probablemente se encuentra en
medio de una situación difícil. Enfrenta problemas con su trabajo, con la
familia o donde quiera que desenvuelva. El panorama luce desalentador.
Probablemente se siente luchando contra la corriente, totalmente
desesperanzada, como si Dios lo deja solo; sin embargo es hora de recobrar el
ánimo. Dios está a su lado.
Al referirse al socorro de
Dios, el salmista escribió: “Lo verán los
oprimidos, y se gozarán. Buscad a Dios, y vivirá vuestro corazón. Porque Jehová
oye a los menesterosos, y no menosprecia a sus prisioneros” (Salmo 69:32, 33).
En los momentos de mayor
desespero, tal vez porque perdió el empleo, porque las deudas lo agobian,
porque reinan los problemas en su hogar o tal vez porque ha roto la relación
con sus hijos, es probable que miremos todo ensombrecido a nuestro alrededor.
Pero no es hora de rendirnos.
En la Biblia encontramos la
promesa de que si buscamos al Señor, Él nos ayudará a salir del laberinto. No permita que lo embargue la angustia. Hay
salida. Está en Dios. Búsquelo. El responderá a sus oraciones.
Derribe las barreras
Una barrera que solemos
levantar en el momento de dirigirnos al Señor, se fundamenta en la convicción
de que aún no tenemos una buena relación con Dios. Sin embargo es posible
entrar en amistad con Dios, y más que eso, permitirle que guíe nuestros pasos.
¿De qué manera? Pidiéndole que
entre a nuestro corazón. Es fácil. Basta con una sencilla oración que puede
hacer incluso frente a su computador, pidiéndole a Jesús que more en nuestro
corazón. Puedo asegurarle que su vida será transformada.
Hay dos recomendaciones
finales. La primera, que haga de la oración un hábito diario para que en un
diálogo sincero con Dios, pueda crecer. Él está a su lado, lo comprende y
quiere ayudarle. No olvide que usted es Su hijo, por la obra redentora de
Cristo. La segunda, que lea la Biblia. En la Palabra encontrará mensajes que
alentarán su vida hacia el cambio y le mostrarán cómo caminar en el sendero del
Señor. ¡Adelante, su vida no será la misma!
* Fernando Alexis Jiménez es
Director del Portal cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com
y, junto con su esposa Lucero, son pastores en la Misión Edificando Familias
Sólidas www.FamiliasSolidas.Com
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