Los milagros se producen en la vida de aquellos que cruzan la frontera y se atreven a creer en el poder ilimitado de Dios. |
Los milagros ocurren cuando nos decidimos a orar a Dios y creer que Su poder es ilimitado para obrar a favor de nosotros..."
Por Fernando Alexis Jiménez
(*)
En un hospital al que fui recientemente en dos
ocasiones con motivo de visitar a un paciente conocido, encontré a una madre
atribulada que me miró con la misma sensación de quien emprendió una carrera y
pronto se dio por vencido.
--¿Qué le ocurrió?¿Cómo sigue su hijo?--, le
pregunté.
El chico llevaba casi un mes en la Unidad de
Cuidados Intensivos. Se había accidentado en su camioneta y “no quería
despertar”, según me explicó la primera vez que nos encontramos en el
vestíbulo.
--Cada vez peor…--me respondió
apesadumbrada.
--¿Y la oración?¿Dejó de orar?--le
interrogué sin comprender qué ocurría si la vez que nos encontramos la vi
animada cuando le hablé del poder de la oración.
--Dejé de orar porque llegué a la conclusión que
Dios no me escucha… Tal vez a usted o quizá a otros cristianos, pero no a mí--.
Traté de razonar con ella al respecto, pero tras
unos minutos concluir que sería inútil y la invité a que examináramos las
Escrituras. Era la única forma de probable que nuestro amado Señor sí nos
escucha y que, además, desea ayudarnos a tornar posible lo que
para la ciencia y para la lógica humana resulta imposible.
Si algo escuchará cuando se decida a orar y
perseverar en esa tarea, serán las voces de los incrédulos que quieren robar el
último ápice de fe que guarda en su corazón.
--¿Para qué orar si Dios no te escucha?--,
sin duda le dirán.
Pidan y recibirán
Pues bien, cuando esas frases que hieren procuren
llevarle al desánimo, recuerde una enseñanza poderosa de nuestro amado Señor
Jesús: “Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan
buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá. Pues todo el
que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le
abrirá la puerta.”(Lucas 11:9, 10. NTV).
Es evidente que nuestro amado Padre celestial
escucha cuando clamamos. Otro asunto distinto es el tiempo que Él se toma para
responder, pero no puede inferir--por lo que dicen quienes se encuentran a su
alrededor--, que sus oraciones no recibirán contestación.
Hay una frase que leí y resalté en un libro y la
comparto con usted: “La oración no es algo sencillo. La oración es una
disciplina y toda disciplina requiere persistencia.”(Kay Arthur. “Señor,
enséñame a orar”. Editorial Vida. 1995. EE.UU. Pg. 14)
Desconozco por qué está orando usted. Incluso,
puede ser por la relación matrimonial o quizá por los hijos. Le animo para que
no desmaye. Siga perseverando. Ese cónyuge cambiará, o tal vez esos hijos. Todo
puede ser diferente cuando oramos y seguimos firmes, sin desmayar porque el
Dios al que amamos, jamás se dio por vencido ni siquiera por la perseverancia
que mantuvimos en el pecado.
Y si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador,
le invito para que lo haga. Le aseguro que no se arrepentirá porque prendidos
de Su mano, emprendemos el camino hacia el crecimiento personal y espiritual
que tanto hemos anhelado.
© Fernando Alexis Jiménez es Director del Portal
cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com
y, junto con su esposa Lucero, son pastores de la Misión Edificando Familias
Sólidas en Cali, Colombia. www.FamiliasSolidas.Com
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