¿Cuál es nuestra actitud en medio de las crisis?

En medio del peligro que atravesaba, Ana María Muñoz solo pudo hacer una cosa: pensar en Dios. Él fue su ayudador.

Cuando Ana María Muñoz fue mordida por el escualo, pensó en Dios. Le pidió ayuda. Y Él la salvó.

En medio del peligro que atravesaba, Ana María Muñoz solo pudo hacer una cosa: pensar en Dios. Él fue su ayudador.


Ana María Muñoz es una mujer joven cuya inclinación deportiva era el buceo. Lo practicó por años. Y dada su afición, creyó que, en Providencia, una isla del norte de Colombia, podría tener una buena experiencia apreciando a hermosura del fondo coralino.
El día de su práctica, descendió acompañada por un instructor. Todo marchó bien hasta que fue atacada por un tiburón. El escualo la mordió. Produjo fracturas y desgarre en una de sus manos. Por instante, pensó que moriría. El dolor era muy intenso.
Relata que en lo único en que pudo pensar, fue en Dios. Y aun cuando las circunstancias parecían adversas, Él salvó su vida. Y su mano, también.   
Nuestra actitud frente a las crisis es determinante. Nos lleva a caer en una espiral sin fondo plagada de desesperanza, viendo como el panorama pasa de sombrío a gris y luego a oscuro total o, por el contrario, afianzarnos en la fe y encontrar la salida al laberinto.
El rey David, inmerso en una situación complicada, escribió:
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.” (Salmo 46:1-3 | RV 60)
Observe que en el pasaje hay una línea que prevalece: No temer. La razón es sencilla, el temor levanta una enorme barrera para encontrar el camino apropiado, con ayuda de Dios.
En esa dirección, la Palabra también nos alienta cuando el autor sagrado escribe:
“He aquí, Dios es el que me ayuda; el Señor está con los que sostienen mi vida. Porque él me ha librado de toda angustia…” (Salmo 54: 4, 7 a; Cf. Salmo 118: 5, 6 | RV 60)
No podemos cegarnos por las condiciones que estemos atravesando. Jamás olvidemos que nuestra actitud debe ser de fe.
Tampoco podemos olvidar que esa fe se transfiere. Si nos desesperamos, las personas alrededor caerán sumidas en el mismo sentimiento; si, por el contrario, la fe gobierna nuestro ser, la fe traerá paz también a los corazones de quienes se encuentran cerca.
Nuestra confianza en Dios debe ser la que impacte a quienes nos rodean.  

La joven deportista, Ana María Muñoz, entendió que solamente en Dios encontraría la salida a su crisis.
La joven deportista, Ana María Muñoz, entendió que solamente en Dios encontraría la salida a su crisis. (Foto tomada del diario El País, de Cali)

CONFIAR ES MÁS QUE DECIRLO CON PALABRAS
La confianza se expresa con actitud más que con palabras. Decir que confiamos, pero mantenernos bajo el asedio de la desesperación, es lo más común que podemos apreciar entre quienes se enfrentan a períodos de dificultad.
Cuando confiamos, esperamos que el Señor nos guíe sobre lo que debemos hacer. Sobre este asunto, el salmista escribe:
“Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti. Para los santos que están en la tierra, y para los íntegros, es toda mi complacencia. Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia.  A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido.” (Salmo 16:1-3, 7, 8)
Bien enseñan las Escrituras que mejor es confiar en Dios que en el hombre (Salmo 118:8)
¿QUÉ ESPERAR DE DIOS?
Si en medio de las crisis depositamos toda nuestra fe y confianza en Dios, podemos esperar al menos cuatro cosas:
1.- No nos dejará ni desamparará.
“Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.” (Deuteronomio 31:6 | RV 60)
2.- Ninguna circunstancia nos derrotará.
“Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.”(Isaías 54:17| RV 60)
3.- Encontraremos fortaleza en Dios.
“Me diste asimismo el escudo de tu salvación; tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido. Ensanchaste mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado.”(Salmo 18: 35, 36 | RV 60)
4.- Dios escuchará nuestras oraciones.
“Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta mi cabeza. Con mi voz clamé a Jehová, y él me respondió desde su monte santo. Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba.”(Salmo 3:1-3| RV 60)
La oración es fundamental cuando atravesamos crisis. No podemos dejar de hacerlo. Es necesario persistir en el clamor. Dios responderá con poder en respuesta a nuestras peticiones. Cambiará el curso de la historia. Transformará las condiciones que enfrentemos, por difíciles que parezcan.
© Fernando Alexis Jiménez – Libro “Una salida del laberinto”
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