Confianza en Dios en medio de la crisis

Dios honra nuestra fe porque depositamos nuestra confianza en Él, aun cuando las circunstancias sean adversas.

Desarrollamos confianza en Dios en medio de la adversidad, porque Él responde a nuestras oraciones. 

Dios honra nuestra fe porque depositamos nuestra confianza en Él, aun cuando las circunstancias sean adversas.


Por Fernando Alexis Jiménez | Twitter @leer_la_biblia 
Lo que marca la diferencia de una persona que atraviesa por una crisis profunda –sea de carácter personal, familiar, espiritual, económica o del género que sea–, es su grado de confianza en Dios
Él es quien tiene el poder para cambiar el curso de la historia y transformar las circunstancias, como escribe el apóstol Pablo:
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8: 28 | RV 60)
No obstante, el común de las personas fácilmente se deja arrastrar por la desesperación y sinnúmero de personas llegan a considerar que se encuentran en un callejón sin salida.
El rey David escribió un principio que cobra particular vigencia en nuestros días:
“Pero la salvación de los justos es de Jehová, y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia. Jehová los ayudará y los librará; los libertará de los impíos, y los salvará, por cuanto en él esperaron.”(Salmos 37:39, 40 | RV 60) 
El texto deja sentados los siguientes principios:
1. La Salvación de quien se encuentra en una situación de desespero, se encuentra únicamente en Dios.
2. Los justos que han cifrado todas sus esperanzas en Dios, encontrarán respuesta a sus necesidades.
3. En los momentos críticos, Dios nos brinda la fortaleza que necesitamos.
4. La ayuda en el momento oportuno proviene del Padre celestial.
5. Dios honra nuestra fe porque depositamos nuestra confianza en Él, aun cuando las circunstancias sean adversas.
Desafortunadamente cuando surgen situaciones críticas e inesperadas, la inclinación de toda persona es pensar que todo ha terminado o que, quizá, se encuentra al borde de un abismo.
REDEFINIENDO LA CONFIANZA EN DIOS
Lo más probable es que consideremos que confiar en Dios consiste solamente en volver nuestra mirada a Él cuando nos acosan los problemas. Una vez superada la circunstancia adversa, el común de las personas se olvida de Dios. Pero, cuando retornan las dificultades, de nuevo vuelven a clamar y se repite el círculo.
Confianza en Dios es algo más. Distinto a lo que tal vez creemos. En esencia es caminar con Él en todo momento y tener la certeza de que vendrá en nuestro auxilio cuando lo necesitamos.
En la Palabra leemos:
“Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él. Jehová redime el alma de sus siervos, y no serán condenados cuantos en él confían.”(Salmo 34: 8, 22| RV 60)
La misericordia de Dios es tan grande que no la podemos comprender, al menos no con nuestra mente finita. Él viene a socorrernos cuando creemos que hay salida del mal momento que estamos experimentando.
El apóstol Pablo lo entendió. Probablemente recordará su historia cuando era trasladado prisionero hacia Roma.
Por espacio de varios días la nave en que lo transportaban, estuvo al borde del naufragio. La dramática escena fue descrita por el autor del libro de los Hechos de los apóstoles:
“Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.”(Hechos 27: 13-2 | RV 60)
Millares de personas se encuentran en el límite de la desesperación. Sin embargo, Pablo los alentó. Sus palabras resultaron esperanzadoras en ese momento crítico. Los animó a depender de Dios, a llevarle su angustia en oración y tener la plena certeza de que Él respondería poderosamente. Lo leemos en Hechos 27: 22-25:
“Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave.  Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.”
Tal como el apóstol Pablo lo había dicho referente al naufragio “… aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra.” ¡Dios siempre cumple Su palabra! Nunca nos abandona.
De hecho, en las Escrituras leemos:
“Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra.” (Salmo 91: 11,12| RV 60)
Es probable que en este momento esté atravesando por una situación desesperada. Puede ser de orden espiritual, emocional o económica. Para ser sincero, el listado puede ser muy prolongado. Cuando ocurra esto, antes que precipitarse en las aguas correntosas y profundas de la desesperación, recuerde lo que escribió el apóstol Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4: 13| RV 6)
No hay circunstancia por difícil que parezca, que no podamos superar con ayuda de nuestro Dios y Padre.

En los momentos críticos, Dios nos brinda la fortaleza que necesitamos.


RENDIRLE A DIOS EL CONTROL DE NUESTRAS VIDAS
Si desea saber si en realidad usted confía en Dios verdaderamente, pregúntese si le ha rendido el control de toda su vida. Cuando haga una auto evaluación honesta, hallará la respuesta a este interrogante.
En los salmos, el rey David escribe unas líneas que resultan reveladoras para nuestro tiempo:
“Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades.” (Salmo 37: 3, 7 | RV 60)
Cuando confiamos en Dios, disfrutamos lo mejor de la tierra, que es una de las múltiples manifestaciones de las bendiciones que Él tiene para nosotros y nuestras familias. Ligado a esto, se encuentra un principio que debemos atesorar en nuestro corazón: aprender a esperar en el Señor, ya que Él tiene su propio tiempo.
Tal vez hasta hoy ha querido tener el control de cuanto le acontece, y si sale al paso algo inesperado, se desespera, cae en frustración y no quiere seguir adelante. ¿Le a acontecido? Entonces es tiempo de cambiar. Recuerde lo que enseñan las Escrituras:
“Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará.” (Salmo 37: 5 | RV 60)
Dios tiene el control. Él no improvisa. Conoce las cosas antes de que acontezcan. Es una de las poderosas razones para confiar en Él ya que, como hemos insistido, puede cambiar el curso de la historia.
En momentos de una profunda desesperación y crisis, el salmista lo entendió así y escribió:
“Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.” (Salmo 23. 1- 3| RV 60)
Confiar, esa es la palabra clave porque tenemos a un Padre amoroso que nos acompaña.
DEJAR ATRÁS LA ANGUSTIA
Los tiempos que vivimos son intensos. Decenas de personas se preocupan por el ayer que pasó y que no pueden recuperar, y por el mañana que aún no llega. Por esas dos razones olvidan vivir el presente.
Alrededor del tema, el Señor Jesús compartió una poderosa enseñanza que hacemos bien en recordar:
“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?… Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.” (Mateo 6: 25, 30-32| RV 60)
Medite en ese pasaje cuidadosamente. Léalo cuantas veces sea necesario. Podrá reafirmar en su corazón una verdad transformadora: Dios tiene especial cuidado de nosotros.
Desde el momento en el que lo entendemos, cambia nuestra existencia porque volvemos la mirada al Autor de la vida, quien tiene el poder para cambiar el curso de las circunstancias y aún de la misma historia. Él es nuestro pronto auxilio en los momentos de tribulación.
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