El panorama ensombrecido no nos debe asustar

Dios nos guía en un camino de victoria, no solamente hoy sino siempre.

Dios nos guía en un camino de victoria, no solamente hoy sino siempre.
Por Fernando Alexis Jiménez | Twitter @leer_la_biblia
Está claro que nada volverá a ser igual después de esta pandemia. Se producirán cambios, unos más profundos que otros. A nivel personal, familiar, espiritual y en todos los ámbitos, experimentaremos transformaciones, unos para bien y otros para mal. La única alternativa que tenemos es: salir fortalecidos con ayuda de Dios, o dejarnos arrastrar por la corriente y doblegarnos ante las circunstancias. La decisión la toma cada persona.
Para algo que debemos prepararnos, es para las crisis. Unas de carácter emocional, otras espirituales—porque en este tiempo algunos se enfriarán e incluso, probablemente ni quieran volver a la iglesia—y, también, las económica, que se estima, tendrá un alcance mundial.
¿Cuál debe ser nuestra actitud si se desata una recesión financiera? Esa pregunta ronda en la mente de infinidad de creyentes.  La respuesta es sencilla: Afirmar nuestra confianza en Dios. Él ha sido nuestro proveedor y lo seguirá siendo.
En la Biblia leemos:
“Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.” (Salmo 34: 9, 10 | RV 60)
Es cierto, los especialistas coinciden en que la economía se irá progresivamente en picada. Nadie quiere invertir. Nosotros no nos podemos negar a la realidad. A lo que sí podemos negarnos, y estamos llamados a hacerlo, es a aceptar que toque a nuestra puerta y se afinquen allí, en el hogar, tanto la escasez como la miseria.
Nada de eso. Usted y yo declaramos en fe lo que nos enseñan las Escrituras: que hemos sido bendecidos por la obra de Jesús en la cruz y que, gracias a nuestro Dios y Salvador, todo lo tendremos—no solo lo suficiente, sino en abundancia–.
UNA PERSPECTIVA DE ESPERANZA
De la mano con ese convencimiento, cinco aspectos sobre los que debemos reflexionar:
  1. ¿Cómo anda nuestra situación personal, espiritual y financiera? Haga un diagnóstico honesto.
  2. ¿Qué cambios debo imprimir en mi relación con Dios y en mi forma de vida?
  3. ¿Invierto mal cada peso que tengo disponible?
  4. ¿Me dejo tentar por las pretendidas promociones que veo por todas partes en este tiempo de pandemia?
  5. Si tengo frente a mi un producto en apariencia económico, ¿realmente lo necesito en casa o podría invertir en otra prioridad?
  6. ¿He aprendido a racionalizar los gastos?
  7. ¿Consulto en familia en qué debemos invertir?
En todo momento, nuestra dependencia debe girar en torno a Dios. Nuestra provisión no depende de lo que dice la bolsa de valores o los expertos económicos, sino de Aquél que nos creó para ser victoriosos.
En medio de las circunstancias difíciles, declaramos que el Señor abrirá “puertas milagrosas” de provisión y que, de esta situación, por difícil que parezca, vamos a salir fortalecidos y victoriosos.
En adelante, vamos a declarar palabras de fe y confianza en Dios porque Él es nuestro proveedor y ayudador.
Si aún no ha recibido a Jesucristo como Señor y Salvador, hoy es el día que lo haga. Ábrale el corazón y ríndale a Él, el gobierno de su familia.
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