Sólidos principios y valores, aplicados a nuestra vida personal, espiritual y familiar, nos permiten construir el éxito. |
Una vida de éxito, en todos los ámbitos, se fundamenta en la dependencia de Dios y de asumir sólidos principios y valores tomados de la Biblia."
Por Fernando Alexis Jiménez (*)
Nació con todas las condiciones para ser un perdedor:
hijo de madre separada y soltera aún, viviendo en una zona marginal de México,
enfrentando toda suerte de necesidades, sin posibilidades de recibir formación
académica, rodeado de maleantes y con discapacidad motriz.
Pero Antonio Iguarán Santamaría no estaba dispuesto de
dejarse vencer. En cuanto se levantaban obstáculos, más énfasis daba a su
propósito de sobreponerse. Incluso un domingo, al caer la tarde y cuando no
tenían más que café y un taco de frijoles como único alimento del día, al
recibir el mensaje desalentador de “Jamás podrás llegar arriba;
resígnate a lo que vivimos”, de su madre, se fijó la meta de salir
adelante.
--No me dejaré vencer por las
dificultades--, se repetía cada vez que enfrentaba situaciones
complicadas.
Cuando tenía trece años, comenzó a cursar su formación
primaria; pese a sus dificultades para caminar, y vendiendo dulces a la salida
de los teatros, financió su secundaria y posteriormente, se recibió como
profesional. Tenacidad, convicción, fe en un Dios de poder que abre puertas que
nadie cierra.
Hoy tiene un bufete de abogados a cargo. Vive en una zona
privilegiada de México y coincide en un hecho: el éxito se construye desde hoy.
Con ayuda de Dios no hay límites y absolutamente nada resulta imposible…
Le invitamos a tener en cuenta los siguientes principios:
1. Planificar la vida para el éxito
“¿Planificar la vida?”. La pregunta la hizo un joven en
medio de una conferencia que dicté sobre cómo construir desde hoy el mañana,
con ayuda de Dios. Sobra decir que el auditorio estaba abarrotado. Sin duda, el
tema despertaba interés. Y este muchacho no era la excepción, de ahí su
pregunta.
La respuesta enfática: “Sí, la vida debe planificarse. Lo
que ocurra en un futuro, depende en un alto porcentaje de las decisiones que
adoptemos hoy”. Es un proceso. No es producto de un abrir y cerrar de ojos.
La Biblia registra una parábola del Señor Jesús
encontramos una excelente ilustración para este tema.
“Grandes multitudes seguían a Jesús, y él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. »Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, y dirán: "Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a construir.”(Lucas 14:25-30, Nueva Versión Internacional)
Es necesario mirarnos en el tiempo. Determinar lo que
somos ahora, con fallas y desaciertos, y lo que podemos llegar a ser en los
ámbitos personal, espiritual y familiar, con ayuda de Dios.
Sobre esa base, es necesario hacer un inventario juicio
de cómo estamos ahora, determinar con honestidad los cambios que se deben
aplicar, y avanzar en ese sendero ayudados por el amado Salvador. Nos
mantenemos unidos a Él en oración y mediante la meditación y aplicación de Su
Palabra, la Biblia. Piénselo: necesitamos planificar hoy, lo que seremos
mañana. Es imperativo e ineludible, si queremos dar pasos firmes hacia el
éxito.
2. La dinámica acierto-error
En el largo tránsito hacia la construcción de un futuro
de éxito, enfrentaremos generalmente la dinámica de acierto-error. ¿En qué
consiste? En que la dura batalla que libra nuestra naturaleza carnal, querrá
llevarnos de nuevo al viejo camino, poniendo tropiezos a nuestro cambio y
crecimiento en las dimensiones personal y espiritual.
Frente a esta situación, es fundamental: primero,
mantenernos asidos de la mano del Señor Jesucristo quien nos fortalece para
vencer en momentos en que nos encontramos bajo una poderosa tentación, y
segundo, para levantarnos si se produce una caída.
La Biblia relata que una mujer sorprendida en adulterio,
fue llevada ante el Señor Jesús. Procuraban lapidarla, con la anuencia del
amado Salvador. Es un pasaje maravilloso que manifiesta la misericordia de
Dios, y de qué manera, no hay nadie justo porque todos fallamos, de una u otra
manera. Como los acusadores de la mujer insistieran
“… Jesús se incorporó y les dijo: —Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo. Al oír esto, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta dejar a Jesús solo con la mujer, que aún seguía allí.”(Juan 8:6-9, Nueva Versión Internacional)
¿Ha fallado? Sin duda. Yo también. No soy lo súper
espiritual que pudiera creer. Al igual que usted, cometo errores. En palabras
coloquiales, usted y yo nos identificamos en algo: “Somos cristianos en
construcción”.
3. Una nueva oportunidad
Todos tenemos una nueva oportunidad. Es cierto, hemos
fallado; sin embargo podemos reemprender el camino, tomados de la mano de
Jesucristo. Si hemos errado, Él nos comprende y está dispuesto a ayudarnos en
el proceso de levantarnos y seguir adelante en el proceso de crecimiento.
Relata el Evangelio que la mujer quedó sola con Jesús. Se fueron aquellos que
iban a apedrearla.
La escena fue conmovedora: “Entonces él se incorporó y le
preguntó—Mujer, ¿dónde están? ¿Ya nadie te condena? —Nadie, Señor. —Tampoco yo
te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar. ”(Juan 8:10, 11, Nueva Versión
Internacional)
Una respuesta contundente, pero a la vez, esperanzadora.
La instrucción del Señor Jesús fue clara y puntual: “Tampoco yo te condeno.
Ahora vete, y no vuelvas a pecar”.
Cierta persona que me escribió desde el Paraguay, me
consultaba sobre el dilema de perdonar o no a su esposa, en cuyo teléfono
celular había descubierto un mensaje de texto que corroboraba su infidelidad.
Mi recomendación fue hablar del asunto con ella y, con ayuda de Dios, encontrar
una salida.
La mujer reconoció su error y le pidió una nueva
oportunidad. Perdonarla no fue fácil, pero su hogar marcha hoy como él lo quiso
siempre. Su compromiso fue el de no recabarle en el error, y el de ella,
guardarle fidelidad. Piénselo: operó una segunda oportunidad, que es la que
Dios nos concede siempre, y nos permite reemprender el camino, construyendo
desde hoy nuestro mañana.
4. El cristianismo: camino al éxito
Hay dos perspectivas para mirar la vida cristiana: la primera,
como una existencia aburrida, plagada de “No digas”, “No hagas”, “No toques”. O
aquella que descubrí y comparto con usted: un maravilloso camino de aprendizaje
en el que no avanzamos solos sino con ayuda de Dios.
Es posible cuando hay disposición personal para el
cambio. Una vez reconocemos nuestro error y concluimos que en nuestras fuerzas
no es posible cambiar, dejamos que el amado Jesús, nuestro Señor, opere la
transformación que anhelamos: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno
oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él
conmigo.”(Apocalipsis 3:20, Nueva Versión Internacional)
Cuando damos ese paso esencial, se produce una
modificación entre el presente y el pasado. Ya no seremos los mismos. Todos los
pecados y errores del ayer quedan borrados, y se abren ante nuestros ojos los
capítulos el blanco de la nueva vida que está por escribirse como lo describe
magistralmente el apóstol Pablo: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una
nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”(2 Corintios 5.17,
Nueva Versión Internacional)
No podemos permitir que el ayer nos atormente, y
doblegarnos bajo el desánimo por lo que hicimos antes. Hay una nueva
oportunidad en Dios, y debemos aprovecharla al máximo.
5. Liderazgo para transformar el mundo
Cuando aprendemos, asimilamos y ponemos en práctica los
nuevos parámetros de vida que enseña La Biblia, sentamos las bases para un
liderazgo eficaz que transforma el mundo. Ejercemos influencia en los demás.
Nuestros pensamientos renovados, se manifiestan con hechos (Cf. Romanos 12:2)
Testimoniamos de una nueva con nuestras acciones, que
impactan e influencian entre quienes nos rodean: “Todo árbol que no da buen
fruto se corta y se arroja al fuego. Así que por sus frutos los conocerán. »No
todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los
cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el
cielo.”(Mateo 7:19-21, Nueva Versión Internacional)
Un liderazgo efectivo, camino al éxito, es aquél que
ejerce influencia entre los demás, y sienta bases para el cambio y crecimiento.
Cuando alguien me pregunta cómo defino éxito, mi respuesta—tal como se la
compartí a un líder del Pacífico colombiano, en el hermoso puerto de Buenaventura,
es esta: “Éxito es la plena realización de los dones y talentos de Dios en
nuestra vida”.
La razón es sencilla. La posición social, el nivel
académico o la disponibilidad económica de alguien, no determina que sea
exitoso. Conozco personas con mucho dinero, pero con matrimonios desechos;
también profesionales con varios títulos de post grado, que protagonizan
escándalos y tratan mal a su familia…
6. El valor de los sueños, metas y proyectos
Recuerdo a un hombre a quien conocí en la tradicional Plaza
de Caycedo, en mi amada Santiago de Cali. Una tarde cálida bañada con la brisa
proveniente de las montañas. Las palmeras se mecían plácidas y estaba contento
disfrutando esos momentos únicos e irrepetibles.
--Este año tengo los planes para salir del desempleo, y
hasta de la pobreza…--me abordó.
Acto seguido me hizo una vívida descripción de todas las
iniciativas que se disponía a desarrollar. Unas fantasiosas, otras, aterrizadas
y viables. Lo escuché de buena gana y antes de despedirme, lo animé a echar adelante
con
Meses después lo encontré en el mismo lugar. La misma
historia, casi con idénticos detalles. “¿Y qué haz hecho para materializar tus
sueños?”, le pregunté a lo que me dijo: “Realmente poco, pero pronto voy a
poner manos a la obra”.
Muy similar a lo que ocurre con millares de personas en
todo el mundo. Sueñan mucho, pero ejecutan poco. El cristiano, camino al éxito;
aquél que construye desde hoy su mañana, debe ser diligente. Por eso, además de
tener claro lo que se va a hacer, es imperativo dejarlo en manos de Dios: “Encomienda
al Señor tu camino; confía en él, y él actuará.”(Salmo 37:5, Nueva Versión
Internacional)
Dios no pone los límites, los límites los ponemos usted y
yo. Recuerde que el Señor Jesús enseñó:
“Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre. Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré.”(Juan 14:12-14, Nueva Versión Internacional)
Observe cuidadosamente que dice “todas las cosas”.
Siempre y cuando esté en la voluntad de Dios para nuestra realización, no hay
impedimentos ni límites. Todo es posible, incluyendo por supuesto su
crecimiento personal y espiritual, y los altos niveles de realización que
siempre ha soñado.
Tenga presente que debemos darle el valor que se merecen
nuestros sueños, metas y proyectos, y someterlos a nuestro amado Padre
celestial. Él abrirá puertas que nadie jamás puede cerrar.
7. Siempre adelante
Aquellos que construyen desde hoy su mañana, con ayuda de
Dios, comprenden que el mundo evoluciona y nosotros –como creyentes—debemos
evolucionar también, es decir, cambiar y crecer. Al respecto el apóstol Pablo
escribió: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la
renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios,
buena, agradable y perfecta. ”(Romanos 12.2, Nueva Versión Internacional)
Es necesario estar preparados para los cambios y aprovechar
las oportunidades que Dios nos ofrece. En esa línea de pensamiento, hay tres
cosas que debemos tener presentes: la primera, que sólo quien sueña en Dios,
llega lejos; la segunda, que es importante identificar dónde estamos fallando y
cuáles son nuestros debilidades en procura de corregirlas, y la tercera,
reconocer cuáles son nuestras fortalezas y potencializarlas.
Sin duda habrá pensado un poco en el curso de su vida.
Probablemente ha descubierto que atraviesa un período de desierto o
estancamiento. ¡Es hora de hacer una auto evaluación juiciosa! Recuerde que
desde hoy estamos construyendo nuestro mañana. Y en Dios es posible llegar muy
lejos.
No hay razón para que siga igual, estático, sabiendo que
fuera hay un mundo de oportunidades que le esperan y que, en el Señor, su
mañana es de victoria. ¡Tome la decisión! Hoy es el día para reemprender el
camino de victoria u orientarse hacia él, si no lo había hecho antes.
Puedo asegurarle que, tomado de la mano del Señor
Jesucristo, su existencia jamás volverá a ser la misma. Basta que se decida en
este momento.
*
Fernando Alexis Jiménez es Director del Portal cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com y,
junto con su esposa Lucero, son pastores de la Misión Edificando Familias
Sólidas, en Colombia (www.FamiliasSolidas.Com)
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