Especialistas coinciden en asegurar que la felicidad se origina en volver a la familia y a las cosas pequeñas. |
“Este estilo de vida familiar puede practicarse teniendo una conversación sin fin sobre las pequeñas o grandes cosas de la vida, estando a gusto en compañía del otro en silencio o, sencillamente, disfrutando una taza de té a solas”
Por Fernando
Alexis Jiménez
En Dinamarca la gente descubrió el secreto de la
felicidad permanente: volver al hogar, fortaleciendo las relaciones familiares.
De la mano con regresar a los orígenes, está el disfrutar de las cosas pequeñas.
¿Sencillo? Por supuesto. Es lo que Dios trazó desde la eternidad cuando
instituyó la familia (Génesis
2:24)
Ahora, llegar a ese nivel demanda hacer un alto en el
camino y auto evaluarse. Lo más probable es que carguemos con muchas ideas
preconcebidas y equivocadas, paradigmas de conflicto, ideas negativas y por
supuesto, el pecado, del que leemos en la Biblia:
“Por lo tanto,
ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe,
quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan
fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios
nos ha puesto por delante.”(Hebreos 12:1, 2| NTV)
Libres de todo aquello que nos atormenta desde el pasado,
y aún en el presente, podemos emprender el camino hacia la conquista de la
felicidad plena. La experimentamos y, de paso, la transferimos a nuestro
cónyuge, hijos y personas con las que interactuamos diariamente.
Factores que roban la felicidad
Las barreras para nuestra felicidad provienen de nuestro
mundo interior y del exterior. Internamente, porque seguimos arrastrando los
traumas del ayer. No tomamos conciencia que deben quedar allá, en el pasado. No
los pudimos evitar, pero ya murieron.
En cuanto a los factores exógenos, hay varios. Uno de
ellos, vivir del qué dirán los demás. Tremendo error. Aun cuando hagamos las cosas
bien, siempre encontraremos críticas. Entonces, no vale la pena depender de la
opinión de otros para ser infelices. Quien realmente nos debe importar es Dios,
y agradarle a Él.
Un tercer elemento es desligarnos del consumismo. Nada de
cuanto consigamos a nivel material, nos traerá la felicidad (Lucas
12:15-21).
Cabe aquí citar al autor y conferencista Meik Wiking,
director ejecutivo del Instituto de Investigación de la Felicidad:
“Es simplemente una sensación de bienestar, una forma de disfrutar de la vida con cosas sencillas, ya sea pasando más tiempo con amigos o familiares, sentándonos junto a un fuego con un chocolate caliente o poniéndonos calcetines calientes y ropa seca después de una tormenta” (Citado por la Agencia de Noticias EFE. 11/01/17)
Volver a la unidad familiar
La familia es fundamental para la felicidad. ¿Y los
conflictos con el cónyuge o con los hijos? Son previsibles y hasta cierto punto
normales. No obstante, mire a quienes tienen una familia y quienes no disfrutan
de un hogar establecido. ¿Nota la diferencia?
La unión familiar trae gratificación personal y
espiritual a quien la experimenta. Disfrutar tiempos juntos, que es la mejor
inversión que podamos hacer. Mejora la calidad de vida, reduce los riesgos, la
incertidumbre y la ansiedad de las personas.
Meik Wiking dice que los cambios y ajustes llevarán a una
percepción distinta de la vida: “Este
estilo puede practicarse teniendo una conversación sin fin sobre las pequeñas o
grandes cosas de la vida, estando a gusto en compañía del otro en silencio o,
sencillamente, disfrutando una taza de té a solas”.
Cuando vivimos plenamente junto a nuestro cónyuge e
hijos, podemos llevar a la práctica aquello que enseñó el apóstol Pablo: “Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!”(Filipenses
4:4)
Por supuesto, avanzar en esa dirección amerita el que nos
decidamos. Es un paso que no deberíamos dilatar.
Decídase a marcar la diferencia
Cuando volvemos a la familia que vive unida, que asume
principios y valores trazados por Dios desde la eternidad, la felicidad deja de
ser algo etéreo e intangible para convertirse en realidad en cada uno de
nosotros.
Las nuevas prácticas al interior del hogar generarán huellas.
Marcas imborrables. El sendero para nuevas generaciones.
Todo puede mejorar. Si hemos fallado en el pasado con la
familia, podemos cambiar. Hay una nueva oportunidad.
Pero hay algo que no podemos perder de vista. Jesucristo
debe ocupar el primer lugar en su vida y familia. El paso inicial es abrirle
las puertas de nuestro corazón. Basta que se decida a iniciar de Su divina mano
el maravilloso viaje hacia el crecimiento personal, espiritual y familiar. Es
la ruta hacia la felicidad plena y duradera. Reciba hoy a Jesucristo en su vida.
* Fernando Alexis Jiménez es Director del Portal
cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com
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