la felicidad parte de abandonar viejos paradigmas y reemplazarlos por nuevos principios, con ayuda de Dios. |
Por Fernando
Alexis Jiménez
¿Quién no desea ser feliz? Es uno de los interrogantes
que nos formulamos todos. A la vez, el mayor anhelo. Usted y yo deseamos
alcanzar un estado de realización, gozo y armonía interior y exterior que nos
permitan disfrutar todos los instantes de la vida.
No es algo extraño. La felicidad es el objetivo
primordial más esperado de las personas, por encima de otros objetivos como el
éxito profesional, la solvencia económica, la apariencia física e inclusive, la
salud. Ser feliz es lo que más queremos.
Lo irónico es que pese a que la anhelamos, los seres
humanos nos empecinamos en amargarnos la existencia en cada momento: con
preocupaciones, con querellas, con ideas prejuiciadas.
La felicidad, un aprendizaje
¿Acaso se puede aprender a ser feliz? Al parecer, sí. ¿Cómo
lograrlo? Los especialistas hacen algunas sugerencias valiosas. Compartimos con
usted al menos ocho de ellas:
Ø Desarrollar
hábitos sanos.
Ø Practicar
aquello que nos gratifica: un deporte, un juego.
Ø Se
agradecidos.
Ø No
condenarnos cuando cometemos un error. Intentarlo de nuevo, hasta superar esas
situaciones.
Ø No
darnos por vencidos cuando se producen los fracasos.
Ø No
ser controladores de las circunstancias ni de los demás.
Ø Amar
y permitir que nos amen.
Ø Dedicar
tiempo de calidad a la familia.
Ø Tener
a Dios en el centro de nuestra vida.
Sumado a lo anterior, es importante que constantemente
evaluemos nuestra vida, imprimamos cambios a nuestra forma de pensar y de
actuar, y que hablemos con Dios a través de la oración.
Sobre este aspecto, el apóstol Pablo escribió:
"Estén
siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque
esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús."(1 Tesalonicenses
5:16-18| NVI)
Observe. La sumatoria de varios factores que llevan a
experimentar cambios en nuestra existencia e ir cultivando la felicidad.
Nuevas actitudes
La felicidad parte, entonces, de asumir nuevas actitudes.
Romper con los estereotipos alrededor de los cuales nos hemos movido.
Una de las disposiciones que trae enriquecimiento
personal y espiritual, es la generosidad. Ayudar a
la familia y a quienes nos rodean, nos hace sentir bien. La razón es que al
dar, nos sentimos conectados, nos sentimos apreciados y ese
sentimiento de reciprocidad detona felicidad.
El apóstol Pablo sobre este asunto, nos dejó el un
valioso testimonio bíblico: "Cada uno
debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por
obligación, porque Dios ama al que da con alegría."(2 Corintios 9:7 | NVI)
Otras actitudes importantes son la comprensión, la
tolerancia, el perdón, la disposición a escuchar y algo que está por encima de
todo: reconocer que no es en nuestras fuerzas sino en el poder de Dios como
logramos los cambios conducentes a la felicidad.
La felicidad y su poderosa influencia
Una persona feliz, ejerce una poderosa influencia entre
quienes le rodean. Nos lleva a desarrollar buenas
relaciones personales.
Si somos felices, dejamos de lado el cuestionar y
criticar a los demás. Si lo hacemos, producimos en ellos una emoción negativa
producto del rechazo. Y permítame aquí hacer énfasis en algo: estudio conducido
por la Universidad de Michigan demuestra que cuando somos rechazados, el
cerebro experimenta la misma reacción que cuando sentimos dolor físico.
Usted y yo necesitamos cariño y el reconocimiento de otras personas.
No obstante, cuando la felicidad habita nuestro ser, no dependemos de que nos
acepten o nos rechacen.
Pero, finalmente, hay un paso fundamental para ser feliz.
Recibir a Jesucristo en el corazón. Jesús trae transformación y crecimiento en
nuestra vida personal, espiritual y familiar. Ábrale hoy las puertas de su
corazón y comience a experimentar una vida plena, de realización y felicidad.
* Fernando Alexis Jiménez es Director del Portal
cristiano www.mensajerodelapalabra.com
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