Abandone el antifaz de la hipocresía y muéstrese como es


Por Fernando Alexis Jiménez
¿Qué impresión se llevaría si una mañana cualquiera, tras despertar y dirigirse al espejo, se encuentra con un rostro totalmente diferente al que siempre ha tenido? Cierra los ojos y los abre con la esperanza de que haya pasado la somnolencia y despierte a la realidad. Pero sigue igual. Está allí. La cara que tiene frente a usted no es la suya. ¿Lo pensó?

Esta escena imaginaria dejará de formar parte de la ciencia ficción para convertirse en realidad en poco tiempo. Tornará real, mediante una compleja técnica de cirugía, lo que fuera en 1997 el argumento de la película Face Off (Contracara) que protagonizaron Nicolás Cage y John Travolta. ¿La recuerda? En el filme alguien se opera para tener exactamente la misma apariencia de su oponente, en aras de destruirlo.

Un grupo de cirujanos holandeses del Centro Médico Universitario de Utrecht considera viable el procedimiento, especialmente para quienes han sufrido algún grado de desfiguración.

La investigación la adelantan con el Centro Médico Lousville que realizó en 1999 el transplante exitoso de una mano a un hombre de 37 años.

Los especialistas aseguran que hay pocas posibilidades de que el transplantado se parezca a su donante, pues las facciones las determina la estructura ósea... Pero igual, tendrán un nuevo rostro...

¿Cuál faceta muestra usted?

Todos los seres humanos tenemos dos caras. La que mostramos al mundo, es decir, la que pueden apreciar quienes nos rodean. Y el rostro verdadero, el que conocemos. Aquél que no cambia por las actitudes, los gestos o las palabras impostadas. Esa es la imagen que agrada a Dios, no el antifaz de hipocresía que nos colocamos cada mañana.

Al preguntarse sobre quiénes son los que estarán siempre en la presencia de Dios, el rey David escribe que irá a su santuario "El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, Ni hace mal a su prójimo, Ni admite reproche alguno contra su vecino." (Salmos 15:2, 3).

El texto nos presenta cuatro principios de vida cristiana práctica que le invito a asumir desde hoy. Primero, la rectitud en sus actuaciones. Segundo, el equilibrio y la justicia en cuanto hagamos. Tercero, no calumniar. Cuarto, no actuar con hipocresía ni maquinar el mal de nuestro prójimo.

Si lo analiza, en esencia obliga que nos quitemos la mascara que oculta el verdadero yo y que adoptemos la transparencia en lo que pensamos y hacemos.

Si no ha recibido a Jesucristo como el Señor y Salvador de su vida, hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que es el mejor paso que jamás habrá dado.


Lo animamos a visitar el Portal cristiano www.MensajerodelaPalabra.Com
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