Dedique tiempo de calidad para su familia |
Por Fernando Alexis Jiménez
El tiempo que dedicamos a la familia, debe ser el mejor.
Juliana lo ha comprobado. Logró que su hija, Leydi, atravesara exitosamente la
adolescencia. “Mamá siempre estuvo a mi
lado”, me dijo cierto día que atendimos una invitación que nos hicieron a
su hogar.
El principio de dedicar lo mejor de nuestro tiempo a la
familia, también operó en la vida de Jorge. Cierto día comprobó que Juan David,
su hijo de 14 años, estaba involucrado en las drogas; al parecer con algunos
compañeros de colegio.
“Mantener el diálogo
constante con el muchacho, escuchar sus preocupaciones, ayudarle a resolver sus
problemas y acompañarlo en un proceso lento pero sólido para superar la
situación que enfrentaba, fue gratificante para todos”, me dijo el que otrora
fuera un atribulado padre, pero que decidió estar siempre al lado de sus hijos
y hoy disfruta de una buena relación con ellos.
Pasar buen tiempo con nuestra familia, y particularmente
dedicar espacios a la instrucción de nuestros hijos, es un principio que enseñó
Dios al pueblo de Israel, y también aplica a nosotros hoy:
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las
repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el
camino, y al acostarte, y cuando te levantes.”(Deuteronomio 6:6, 7)
Evalúe, ¿cuánto tiempo invierte en su cónyuge y en sus
hijos? Si hace un alto en el camino y se formula este interrogante, seguramente
se sorprenderá, si es sincero al responder la pregunta. Tal vez algo en lo que
incurre, es en desatender a sus seres amados.
La autora cristiana, Cheri Fuller, escribe una apreciación
interesante que comparto con usted:
“Cuando comprendamos el amor paternal de Dios, naturalmente desearemos pasar tiempo hablando con Él. Le reconoceremos como un padre amoroso que nos invita a pasar tiempo diariamente con Él, en oración. Nos dedica tiempo para escucharnos, instruirnos, respondernos. Si Él lo hace, ¿por qué nosotros no dedicamos tiempo a la familia?”(Cheri Fuller. “Cuando las familias oran”. CLC editores. 2002. Colombia. Pg. 22)
Lo fundamental es dedicar tiempo de calidad a nuestra
familia. Debemos evaluar el asunto e imprimir los cambios necesarios; se debe
convertir en una dinámica diaria.
No podría despedirme sin antes invitarle para que reciba a
Jesucristo como su Señor y Salvador. Él desea obrar poderosamente en su vida, y
traer cambios a su vida a nivel personal, espiritual y familiar. Ábrale hoy las puertas de su corazón a
Jesucristo. Es la mejor decisión que podrá tomar.
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