Por Fernando Alexis Jiménez
Infinidad de personas en todo el mundo, a pesar de que profesan la
fe cristiana, aún se cuestionan si el Espíritu Santo mora en sus vidas.
Incluso, se atormentan con ese interrogante. Creen que sus pecados, cometidos después
de su conversión a Jesús, les impiden que el Espíritu de Dios habite su ser.
Otros, por su parte, creen que la evidencia de estar llenos del
Espíritu Santo, es únicamente hablar en nuevas lenguas. En caso contrario,
experimentan frustración y llegan a considerar que Dios les olvidó porque no
han recibido esa manifestación especial en sus vidas.
Creer para recibir el
Espíritu Santo
El paso para recibir el Espíritu Santo es recibir a Jesús como
Señor y Salvador. Creer con sinceridad, de todo corazón, abre las puertas para
que Él more en nuestro corazón.
La comprobación de esta verdad que muchos ignoran o pasan por
alto, la encontramos en la carta que dirigió el apóstol Pablo a los creyentes
de Éfeso:
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con
el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”(Efesios 1:13,
14)
Así no haya hablado en lenguas, usted tiene la Presencia de Dios,
el Espíritu de poder que prometió (Lucas 24:49) y que se haría real en todos
los que creyeran.
¿Y si no hablo en
lenguas?
El hablar en lenguas es una manifestación del Espíritu Santo en
nuestra vida (Léase Hechos 2), pero las Escrituras enseñan que hay diversos
dones que recibimos los creyentes en Jesús.
El asunto lo aclaró el apóstol Pablo cuando escribió a los
cristianos de Corinto:
“Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay
diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero
es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos.”(1 Corintios 12:4-6|
NVI)
Esos dones que recibimos cuando el Espíritu Santo gobierna nuestra
vida, nos permiten servir y llevar a otros a los pies de Cristo, con un mensaje
y una manifestación de poder que es de carácter sobrenatural.
¿Es posible que haya
cristianos sin el Espíritu Santo?
Si nos atenemos a la enseñanza de Pablo a los creyentes de Éfeso
(Efesios 1.13), todos recibimos el Espíritu Santo cuando creemos. Sin embargo,
es probable que lo hayamos contristado (Efesios 4:30); que lo hayamos apagado
(1 Tesalonicenses 5:19) o que le estemos resistiendo con nuestros pensamientos
y acciones (hechos 7:51)
Tenga presente que el Espíritu Santo se materializa en todos cuantos
creemos, y es una promesa para nosotros, nuestros hijos y toda nuestra línea
generacional, como explicó el apóstol Pedro a un grupo de creyentes en
Jerusalén:
“—Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de
Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—, y recibirán el don
del Espíritu Santo. En efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y
para todos los extranjeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor
nuestro Dios quiera llamar.” (Hechos 2:38, 39 | NVI)
Si somos conscientes de que Él mora en nosotros, es importante que
prestemos especial cuidado para avivar el fuego del Espíritu de Dios en
nosotros (2 Timoteo 1:6); pedirle al Padre Su llenura mediante el Espíritu
(Lucas 11:13) y que permitamos Su mover poderoso en nuestro ser.
Si desea el mover del Espíritu Santo en su existencia, es
importante que de el primer paso: recibir a Jesucristo como su Señor y
Salvador. Él traerá cambio y crecimiento en su vida personal, espiritual y
familiar. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo hoy.
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